TEXTOS: Novela y mente humana (David Lodge, 2004)

(…) Dicho con palabras de otro materialista evolutivo, Steven Pinker, la mente “es una máquina, no es más que el ordenador de a bordo de un robot hecho de tejidos”.
¿Qué tiene que ver todo esto con la literatura en general y con la novela en particular? Creo que hay dos clases de relación por establecer, y que ambas ayudarán a explciar por qué existe la literatura, por qué la necesitamos, por qué la valoramos, amén de que nos ayudarán a entender mejor los modos en que se comporta la literatura para hacer lo que hace. Una clase de relación se centra en las diferencias entre el discurso científico y el discurso literario con respecto a la conciencia. La otra subray los puntos en común.
Cuando Stuart Sutherland señaló que no se ha escrito nada que valga la pena leer sobre la cociencia, manifestó un juicio especialmente despectivo para con las obras publicadas en el campo profesional de la psicología, aunque sin proponérselo (al menos quiero creer que no fue intencionado) también desmanteló la totalidad de la literatura universa, porque la literatura es un registro de la conciencia humana: de hecho, el más rico y exhaustivo que poseemos. La poesía lírica posiblemente constituye constituye el esfuerzo más logrado en la descripción de la experiencia del individuo humano y de su desplazamiento en el espacio y en el tiempo.
Hay algunos pensadores de las ciencias cognitivas, o en los márgenes de las mismas, que así lo han reconocido. Noam Chomsky, por ejemplo, ha dicho que “es muy posible […] que siempre podamos aprender más sobre la vida y la personalidad humanas de las novelas que de la psicología científica”. La razón de que así sea estriba en que la ciencia trata de formular leyes generales que lo expliquen todo, que sean de aplicación universal, que ya estaban en funcionamiento antes de que las descubriésemos y que tarde o temprano se habrían descubierto. Las obras literarias describen, bajo el disfraz de la ficción, la densa especificidad de la experiencia personal, que siempre es única, porque cada uno de nosotros posee una historia personal ligera o marcadamente distinta, que modifica todas las nuevas experiencias que tengamos. La creación de un texto literario recapitula esa unicidad irrepetible (dicho de otro modo, Enma, de Jane Austen, no podría haber sido escrita por nadie más, y nunca será escrita por nadie más, mientras que un experimento que demuestre la segunda ley de la termodinámica es, y a la fuerza ha de ser, repetible en manos de cualquier científico competente).
La conciencia y la novela,  David Lodge (Cap. I – Pgs. 19-20) – 2004 Ediciones Península

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