Intemperie, de Jesús Carrasco

Es curioso que hoy día, cuando todo escritor novel busca la originalidad en su primera obra con el fin de impresionar todo lo posible, o bien construir una trama ligera, no complicarse demasiado la vida ni complicársela al lector, provocar un poco, introducir los ingredientes más comerciales –en primer lugar el sexo– para que las editoriales vislumbren las ventas de lejos y no tengan inconveniente en publicársela, Jesús Carrasco opte por lo opuesto. Y sorprende todavía más dada su condición de publicista: sus componentes se encuentran al margen de modas, apenas contiene acción y casi todo lo que ocurre es cotidiano, no elude la palabra exacta ni hace concesiones al lector, al contrario, se  muestra extremadamente riguroso en el seguimiento de unas coordenadas narrativas autoimpuestas, tampoco realiza ningún fuego de artificio, su herramienta es el trabajo bien hecho, la utilización coherente y eficaz de materiales y recursos y la confianza en las posibilidades de su historia. Con estas premisas, y por mucho éxito de crítica  que  tenga, no parece que vaya a ser un superventas. Y, por fuerza, alguien como Carrasco ha de ser el primero en saberlo.
 
La trama que propone Intemperie es profunda en su simplicidad, rica en arquetipos, centrada en nuestra esencia; no encontramos en ella excesivos experimentos formales ni estructurales y se aferra a realidades –la tierra que le vio nacer, probablemente– que sin duda conoce a fondo. Su autor parece tener claro que la primera vez que se aborda una aventura semejante es mejor no arriesgarse más de lo necesario.
 
En los últimos meses, críticos y comentaristas han estado preguntándose por los propósitos que subyacen a este texto. Pienso que no hay que darle tantas vueltas. Lo que yo veo es un abordaje sincero de inquietudes auténticas, sin poses impostadas, y un interés real por dominar el oficio.
 
Su acierto –y de ahí el insospechado éxito que ha cosechado, incluso antes de ser publicada en España– radica en una acertadísima simbiosis de fondo y forma. La descripción minuciosa, los hechos (solo gestos rutinarios y minúsculos) y el mensaje están admirablemente entrelazados. Carrasco ha sabido escoger la mejor forma de trasladar a sus lectores el relato que tenía en la cabeza.
 
Ese relato no es otra cosa que una fábula moral con su congénita violencia y sus dilemas característicos. Pero sin moraleja porque las conclusiones debe extraerlas cada uno. El autor no indica nada, no concluye ni empuja a que lo hagamos, solo expone y describe presentando –mediante procedimientos claramente cinematográficos– escenas, personajes y actitudes desnudos de circunstancias irrelevantes (como fechas, nombres de lugares o personas), y tan arquetípicos y primarios como el modo de vida que describe. En mi opinión, el chico personifica la inocencia y el nacimiento a la vida, también la rebeldía instintiva del débil. El cabrero, la conciencia, la integridad. El alguacil, la arbitrariedad del poderoso. La familia encarna la vulnerabilidad de la víctima. El tullido representa el oportunismo. En el cuento tradicional serían el lobo, el zorro o la serpiente, el cervato, las ovejas y un viejo san bernardo.
Y el omnipresente llano…      
“... aquel pozo flamígero cargado de almas negras bien podría ser el llano con su caterva de mezquinos.”
Una historia universal y eterna narrada con los recursos de siempre y tan aplicable a la época que vivimos como a cualquier otra. De ahí procede su evidente maniqueísmo y puede que incluso haya ayudado a conseguir ese impecable manejo del clímax. Pero el desenlace no presenta el triunfo del héroe, ahí se separa de la fábula y deja patente su naturaleza más moderna y realista.
Paradójicamente, entre todo ese conjunto atemporal, encontramos el mensaje privativo del siglo XXI en el acercamiento a la naturaleza, en esa voluntad ecologista y de comunicación con el suelo nutricio que jamás ha abandonado al hombre pero que ahora se declara imprescindible tras siglos de civilización industrial. Aunque no se diga explícitamente, la pertinaz sequía parece ser consecuencia de un desastre más catastrófico e irremediable que el producido por los altibajos del clima. ¿Estamos ante una fase irreversible del calentamiento global? ¿Ante un desastre nuclear acaso?
"El aire corría hacia él pero, aún así, tuvo que cubrirse la boca para que aquella peste tóxica no le hiciera vomitar."
Toca esperar a que Carrasco adquiera su propia voz. Entonces podremos situar esta pieza en el conjunto de su obra y valorarla con la perspectiva que ahora nos falta. Quizá el mayor defecto que puede achacársele es la evidencia de sus influjos, debe adquirir muchos más para no dejar traslucir ninguno y encontrar su identidad como escritor. Puede que emprenda caminos innovadores. Cuenta con talento, autenticidad y capacidad de trabajo, démosle tiempo.
 
PRIMERA EDICIÓN: 2013 – EDITORIAL SEIX BARRAL (COLECCIÓN BIBLIOTECA BREVE) – PÁGINAS: 224

Comentarios

  1. Me encantó esta primera novela, por todo lo que dices, y porque es como un encaje tejido sin desperdiciar hilo.

    Las palabras justas, el tono contenido y desnudo que hace que la violencia sea todavía más bestia. La violencia d elas personas y deñ entorno y las circunstancias.

    Y estoy de acuerdo contigo en que tendremos que esperar a ver cómo evoluciona el autor, porque sí, se le ven todas las influencias y hasta el patrón del encaje. Pero el trabajo está hecho con mucho talento.

    Un beso,

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  2. Por supuesto. Por lo que yo he visto, tanto defensores como detractores están esperando, más que nada, para confirmar sus respectivas teorías.

    Pero, lo que son las cosas, estamos acostumbrados a que cualquier banalidad que se pone a la venta se valore como el gran acontecimiento universal de la década y, por una vez que puede ser verdad -con todas las cautelas- resulta que queremos cargarnos la obra. Alguien que presidía un club de lectura decía hace poco que le parecía demasiado perfecto. Por favor. Mejor leer la última estupidez que se le ocurre a cualquier mente calenturienta con ganas de triunfo rápido. Y lo peor es que (esos sí) lo consiguen. No hay más que ver los crepúsculos, sombras de grey y monsergas varias.

    Y si no llega a nada -que podría ser, aunque, sinceramente, no lo creo- pues, al menos ya ha hecho un trabajo digno.

    Digo yo...

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