Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio


Las seis propuestas, en realidad, no son más que cinco. El encargo que la Universidad de Harvard realizó a Italo Calvino se llevo a cabo casi en su totalidad, pero hubo de quedar sin concluir –a falta solo de la redacción de Consistencia, última propuesta para el inminente milenio– al fallecer súbitamente el autor en vísperas de su primera intervención en el campus. Intuyo, me parece probable, que con ello se le estaba proporcionando la ocasión de indagar en su interior y trasladar luego al papel su visión de autores y obras que había admirado y disfrutado durante toda su vida. Abundan las citas a lo largo del texto, se refiere a sus maestros venerados con la pasión que le caracterizaba.
El primer capítulo trata de la levedad. Lo etéreo –en contenido, forma e imágenes–  puede liberarnos de una contundencia que a veces amenaza con aplastarnos. Existe lo grave ligero, aunque lo pesado es imprescindible a veces. El autor, tras dar un breve repaso a la mitología, se refiere a la novela de Kundera para afirmar:
 
“… es en realidad una amarga constatación de la Ineluctable Pesadez del Vivir: no solo de la condición de opresión desesperada y all-pervading que ha tocado en suerte a su desventurado país, sino de una condición humana que nos es común (…) El peso del vivir para Kundera está en toda forma de constricción: la tupida red de constricciones públicas y privadas que termina por envolver toda existencia en una trama de nudos cada vez más apretados. Su novela nos demuestra cómo en la vida todo lo que elegimos y apreciamos por ser leve no tarda en revelar su propio peso insostenible.”

La rapidez alude a una literatura concisa, parca en detalles, que expresa implícitamente mucho más de lo que dice y que se dirige sin titubeos hacia el final.
“ «Discurrir es como correr»: esta afirmación es como el programa estilístico de Galileo, estilo como método de pensamiento y como gusto literario: la rapidez, la agilidad del razonamiento, la economía de los argumentos, pero también la fantasía de los ejemplos son para Galileo cualidades decisivas del pensar bien.”
Pero, aunque ella es su preferida, también la lentitud tiene ventajas propias.
En lo que concierne a la exactitud es más estricto. Exceptuando el lenguaje poético, no hay nada menos literario que lo equívoco, lo que confunde, porque algo así no transmite y una escritura que no cumple su cometido no sirve para mucho.

A veces tengo la impresión de que una epidemia pestilencial azota a la humanidad en la facultad que más le caracteriza, es decir, en el uso de la palabra: una peste del lenguaje que se manifiesta como pérdida de fuerza cognoscitiva y de inmediatez, como automatismo que tiende a nivelar la expresión en sus formas más genéricas, anónimas, abstractas, a diluir los significados, a limar las puntas expresivas, a apagar cualquier chispa que brote del encuentro de las palabras con nuevas circunstancias.”
Con el término visibilidad, Calvino se refiere a la fantasía y alude a una frase de Dante que viene a decir “la fantasía es un lugar en el que llueve”, pues, “esas imágenes vienen del cielo, es decir, que Dios se las manda”. En su opinión, consiste en una proyección de imágenes procedentes del cerebro, especie de cine-mental, que en el hombre aparece de forma espontánea desde antes de que apareciese el invento y que, a veces, consigue imponerse a lenguaje y pensamiento produciendo, ella sola, el avance de la acción. Sin embargo, y debido al actual bombardeo de imágenes, estamos perdiendo la capacidad de producirlas a no ser que, cada uno con sus métodos propios, nos esforcemos en ejercitar la imaginación.
El mundo en que vivimos es complejo, constituye un sistema de sistemas, la novela, por medio de la multiplicidad, aspira a componer una especie de enciclopedia narrativa –y, paradójicamente, abierta– que contenga en lo posible todo ese enorme material por más que constituya una tarea prácticamente imposible. Proust, Thomas Mann y Musil serían para Calvino los paradigmas de esta faceta literaria.

Nuestro autor divaga, se deja llevar por las imágenes que suscitan en el los recuerdos de las lecturas mencionadas, no puede evitar dar cierto tono poético a sus palabras, prescindir de lo estrictamente racional y atender a su todopoderosa inspiración.
 

REDACCIÓN (para lectura en público): 1985 – PRIMERA EDICIÓN EN ESPAÑA: 1989 – EDITORIAL SIRUELA (BIBLIOTECA CALVINO 2) – TRADUCCIÓN: AURORA BERNÁRDEZ, CÉSAR PALMA – PÁGINAS: 160 (aprox.)

Comentarios

  1. Italo Calvino es un autor con el que tengo una relación desigual, grandes encuentros y grandes desencuentros. Pero al final, no le evito, aunque en este caso tomo nota con muchas reservas porque al menos en este momento no estoy para un Italo Calvino divagando...

    Besos

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  2. De acuerdo contigo, no es un libro para leer en cualquier momento, te tiene que apetecer. Pertenezco a un grupo que lo escogió como motivo para escribir relatos, uno por capítulo (leves, múltiples etc.) Ese fue mi motivo y ya me enganché. Ten en cuenta que originalmente iba a dar una serie de seis conferencias y, al no haber sido posible, se convirtió póstumamente en un ensayo. No es algo ligero, contiene mucha erudición, pasajes complicados pues se dedica a filosofar a su manera, hace interpretaciones muy personales de todo y a veces cuesta concentrarse. Aunque es tan personal y espontáneo que, en el momento oportuno, puede resultar una delicia. Sobre todo en algunos párrafos.

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