Mi crimen favorito, de Ambrose Bierce

 
Heredero de Poe, precursor de Lovecraft, Bierce es todavía, en España, el gran desconocido narrador de finales del XIX. Sin embargo, su recuerdo permanece y su personalidad, así como su misteriosa muerte en Méjico en vísperas de la Primera Guerra, ha producido especulaciones de todo tipo y hasta dejado una huella insigne en la literatura posterior con Gringo viejo, escrita por Carlos Fuentes y convertida, más tarde, en película.
Refiriéndonos a este relato en concreto, me cuesta decidir si hacer responsable de lo que cuenta a su irónica lucidez y su afición por lo macabro, o bien centrarme en el protagonista absoluto y abominar de esa crueldad sin concesiones de la que parece alardear, de esa cualidad extrañamente inhumana que nos pone los pelos de punta. Se trata, desde luego, de uno de los retratos más atinados del perfecto psicópata visto, además, desde dentro. La fría, y escalofriantemente larga, descripción de sus tejemanejes después de capturar a su tío es, sin lugar a dudas, un ejemplo paradigmático de la literatura de terror. Todo ello, no obstante, ejecutado con elegancia, sin truculencias ni alardes sangrientos, sin un solo detalle escabroso, como si se estuvieran dictando instrucciones para manejar algún artilugio, lo cual resulta, si cabe, más espeluznante aún.

El relato –que pueden encontrar en esta página y cuya lectura recomiendo antes de avanzar un paso más– comienza con el reconocimiento de un asesinato en cuya ejecución parecen estar presentes todos los atenuantes posibles ya que, según él mismo homicida nos informa, salió inmediatamente absuelto. Confieso que esperaba encontrar una justificación que me convenciese, que me tranquilizara incluso, no solo por la identidad de la víctima, también a causa de la insidiosa elección de la primera persona para narrar un episodio como este. Porque ¿quién quiere tener a un desalmado como interlocutor directo? Pero las incidencias de la trama resultan tan verosímiles que no podemos creer que sea el propio autor de los hechos quien se dirija a nosotros sin pestañear, con ese acopio de sangre fría.

Llegamos así a la gran pregunta: ¿escritor y narrador son la misma persona? Sí y no. El autor se muestra aquí, además de como un perfecto equilibrista narrativo, como un consumado actor que no solo representa, se oculta además tras una máscara, suplanta una identidad, para trasladar al papel su pesimista opinión del ser humano.

Un cinismo y un diálogo con el lector hábilmente calculados y ejecutados por Bierce, que contaba con maestría suficiente para infundir en el lector cualquier sensación que se hubiese propuesto. En este caso nos hallamos ante un texto que no se disfruta, ante un texto que se sufre. Y sin embargo su lectura se convierte en imprescindible para todo aquel que no quiera perderse una obra maestra.
 
INCLUIDO EN “EL ARTE DE VOLAR Y OTROS TRANCES”  – ED. LA TEMPESTAD,  2005 – SELECCIÓN Y PRÓLOGO DE RAMÓN DACHS, TRADUCCIONES DE JORGE RUFFINELLI Y JAVIER SÁNCHEZ GARCÍA-GUTIERREZ –  PÁGINAS: 160 

Comentarios

  1. Sin dejar de estar de acuerdo contigo. Habría que aclarar que la traducción de Ciudad Seva que ofreces, nada más empezar tiene un error de bulto, lo que pudiera hacer sospechar otros más adelante y que tengan que ver con algunas sutilezas. Aviso, pues, al lector del relato en español.
    El texto en inglés comienza “Having murdered my mother under circumstances of singular atrocity”.
    El de Ciudad Seva lo hace de la siguiente manera: “ Después de haber asesinado a mi padre en circunstancias singularmente atroces..
    Si hacemos caso al inglés se trata de la madre y en español del padre¿?
    Es cierto que apenas cambia algo en los méritos o deméritos del cuento, pero...

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  2. Leí el libro en su edición de papel (la que he anotado al final del artículo) pero luego lo presté y me he ayudado de esta versión para refrescar la memoria.

    Me di cuenta del error con una sola ojeada, claro, porque la palabra "padre" aparece en el primer renglón, así que me puse a buscar otros enlaces y todos estaban igual. Por último, decidí dejarlo tal cual, no avisé a mis lectores porque no podía saber si era la única errata o había muchas más. De hecho, me da la impresión de que el relato en papel es mucho más largo, pero el formato del ordenador engaña, así que puedo equivocarme.

    Aunque, ahora que lo dices, me doy cuenta de que es mejor así. Muchas gracias, pues, por la advertencia y a quien pase por aquí le digo que, aunque se asome al relato para ver de qué va, en cuanto tenga oportunidad se haga con esta versión de bolsillo, que vale mucho más de lo que cuesta.

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