Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin
Enfrentarse a los primeros
párrafos de esta novela es como sumergirse en una atmósfera onírica,
nebulosa e inquietante. El impacto inicial está plenamente conseguido. Reconocerán, no obstante, que este factor en sí mismo no aporta demasiado al disfrute y valoración
de una obra si, como es el caso, durante sus cerca de cuatrocientas páginas no
se mantiene dicho efecto.
Más allá de esa escena,
considero apasionante el planteamiento argumental, heredero directo de la
política de bloques que protagonizó la llamada guerra fría durante la segunda mitad del siglo XX. Le Guin muestra
al lector dos mundos enfrentados, aunque más adelante, quizá para evitar
ciertos desajustes argumentales, aparece algún planeta más, si bien con un
papel tan secundario que apenas se nos informa de que existen.
Urras
–que
no es la Tierra pero, sospechosamente, se parece a ella como una gota de agua a
otra, que se presenta como el planeta madre: próspero, fértil, sofisticado, poseedor
de una enorme variedad biológica, climatológica y paisajística, aunque pródigo
en desigualdades– se enfrentó en el pasado a un cisma ideológico que
desembocaría en la emigración de una colonia de disidentes, con su líder femenino
a la cabeza, a un planeta paralelo, pero hostil, llamado Anarres, donde se lleva a cabo un experimento de igualitarismo
radical casi calcado del socialismo más utópico. Naturalmente, al ser vecinos y
uno el reverso del otro, se complementan de tal forma que están condenados, si
no a entenderse, sí a una mutua tolerancia. La armonía parece garantizada ya
que a lo largo del tiempo han aprendido a colaborar, si bien manteniendo una aparente
indiferencia que, como es lógico, no se puede mantener por mucho tiempo. Pronto
aparece un factor de distorsión en la persona de Shevek, un científico procedente
de Anarres que anhela completar la cosmovisión de unos y otros y,
eventualmente, establecer cierto equilibrio entre ambos esquemas políticos.
En primer lugar, destacaría su
efectividad estructural, construida mediante dos planos espacio-temporales que
se alternan. El argumento se desarrolla con bastante coherencia. Las cuestiones
éticas y sociológicas que plantea siguen estando hoy tan vigentes como entonces,
si no más. Le Guin intenta no caer en un maniqueísmo planetario, estéril pero
casi inevitable, y puedo asegurar que casi lo consigue.
Pero falta nervio, complejidad
argumental, se echa en falta la tan necesaria diversidad de facetas, que pueda
visualizarse una realidad con indiscutibles perspectivas cinematográficas, que
se nos faculte para tocar con nuestras manos la materia, que los personajes dejen
de actuar como protagonistas de una fábula moral y se conviertan en algo más
que arquetipos. O, lo que es lo mismo, un hálito de vida que, para mi sorpresa,
en Urras es todavía menor que en Anarres. Quizá porque la ausencia de un modelo
real da alas al creador para fantasear a su gusto.
No obstante, en un producto comercial
a todas luces y con un destinatario mayoritariamente juvenil, se agradece el desenlace
inesperadamente realista que nos brinda la autora pues, tanto desde el punto de
vista literario como empírico, tratar de ajustar con calzador lo que no encajaría
de ninguna otra forma habría resultado muy poco convincente.
THE DISPOSSESSED - PRIMERA EDICIÓN: 1974 – (EN
ESPAÑA: EDITORIAL MINOTAURO) - TRADUCCIÓN: MATILDE HORNE - PÁGINAS: 384 (aprox.)
Le Guin es una asignatura pendiente, pero no acabo de encontrar un libro suyo al que tirarme de cabeza. Y este, por lo que comentas, es prescindible. Una pena, porque un buen inicio suele ser prometedor, pero claro no todas las "promesas" se cumplen...
ResponderEliminarUn abrazo
Pues no estoy segura de si voy a repetir con ella pero tampoco lo descarto. A mí esa escena del principio me gusto pero luego cuesta entrar en la trama. Claro que cuando te has ubicado en ella resulta bastante intrigante. Es una historia utópica, idealista, plagada de ideas sobre la sociedad, intrigante y un poco aventurera. Así que, si no esperas una obra maestra de alta literatura, te lo puedes pasar bien.
EliminarAbrazo