El azul relativo, de Andrés Trapiello
A veces viene bien recordar la
existencia de autores no muy conocidos pero mucho más interesantes que algunos
de los que encontramos hasta en la sopa. Sin salir de España, Andrés Trapiello
cuenta con una extensa obra que abarca todos los géneros, volcada en la
experimentación y el hallazgo y basada en sus propios criterios. De él
destacaría su muy particular forma de contemplar el mundo y una voluntad de
estilo traducida en cuidadosa elaboración, en paciente búsqueda del término adecuado,
la expresión más poética o la metáfora más inusual.
El
azul relativo está compuesto de un conjunto de piezas muy breves, publicadas inicialmente en el Magazine, que combinan descripción, opiniones y anécdotas. Mediante digresiones aparentemente
desorganizadas, el autor nos lleva de la mano por el terreno que desea hasta enfrentarnos
a la conclusión prevista, y los lectores se dejan llevar, encantados, a través
de esos espacios, cortos en extensión pero de amplísimas resonancias.
Trapiello añora esas antiguas sociedades en las que la
vida era más reflexiva y pausada que la de hoy. El tono general es nostálgico, introspectivo, incluso melancólico:
“El fracaso no está donde lo ven los otros, que suelen juzgar mal, sino donde lo ve uno mismo, si un poco de verdad nos ayuda a no mentirnos.”
Y enormemente individualista:
“No se sabe el porqué, pero el hombre en cuanto se hace gregario se cree mejor, por lo general de una forma ilusoria y candorosa, sin sospechar que la fuerza no está en la multitud, sino en el individuo.”
En Cero, parte de la relación entre dos frases célebres (“Es malo sufrir, pero es bueno haber sufrido”
de San Agustín y “Todo lo que no acaba
conmigo, me hace más fuerte” de Nietzsche) para concluir con su propia
interpretación:
“… cosa curiosa: la suma de adversidades produce a veces un misterioso coraje, casi alegre y terrible, el que nos lleva a seguir viviendo, a no pensar en el dolor, a imaginar que nada acabará con esa fe que solo pone uno al empezar de cero.”
En Hotel Universo se traslada a una ciudad de la Toscana dentro de la
piel de un viajero que imagina otra vida, más gratificante, de haber vivido allí
siempre; en cambio, el lugareño que le observa envidia su facilidad para escapar
de allí. Internautas de viejo repasa
oficios extinguidos, como carreteros, lecheras y afiladores, e imagina a los
libreros del futuro confinados en el ciberespacio. Bajo el puente del Alma es una conmovedora mirada a la fragilidad y
trágico destino de la princesa Diana de Gales. Efectos especiales contiene una ácida y atinada crítica a las
lucrativas trampas del arte contemporáneo. Como vemos, asuntos y enfoques muy
diversos y de insospechada evolución.
Siguiendo la huella calderoniana,
Trapiello contempla la vida como una gran obra de arte. Todos construimos
nuestra su propia novela en este “gran teatro del mundo” en el que cada uno
interpreta su papel
“… y como entramos en él, así salimos, sin otro ropaje que el de nuestros actos.”
pero cuyo escenario, lamentablemente,
no podemos elegir.
“Y allí estábamos nosotros, bebiendo daikiris, y afuera una ciudad sin luz ni agua, a oscuras siempre y con ratas muertas y secas en la calle, y balseros insomnes que en las azoteas de La Habana Vieja fabricaban su muerte con neumáticos de un plan quinquenal. ¿Es así como acaban los mitos? Es así como han de morir las causas justas? ¿Fue todo un penoso error de cálculo?”
PUBLICACIÓN: 1999 – EDICIONES
PENÍNSULA (COLECCIÓN ATALAYA) – PÁGINAS: 176
Comentarios
Publicar un comentario
Explícate: