Meridiano de sangre, Cormac McCarthy

Vértigo es lo que siento cada vez que leo algo de Cormac McCarthy, y casi doy por hecho que esa especie de sacudida eléctrica desde la raíz del pelo hasta las plantas es lo que siente todo el mundo ante esas páginas descarnadas, crueles, movidas por una pasión destructiva casi incontenible. En este caso, creo que además podemos hablar de epopeya. De perdedores, coral, lo que  quieran, en cualquier caso, una aventura legendaria, sin pies ni cabeza reales –pues no hay un principio y un fin definidos– ni metafóricos. En esta obra, aunque coral como digo, existe un tenue hilo conductor en la persona del chaval. Este aparece y desaparece como presencia explícita, pero nos consta que  sigue ahí. Sus andanzas constituyen un bautismo de fuego que concluirá cuando, ya en las últimas páginas, se le despoje de tal apelativo sustituyéndolo por “el hombre”. Con eso basta para anunciar el fin de su viaje iniciático. Mientras, ha hecho falta atravesar desiertos, pueblos y montañas en compañía de un grupo miserable (en cualquier sentido), llevarse por delante todo cuanto encuentran, sufrir mil penalidades e irse diezmando –poco a poco o de repente, según– hasta desaparecer por completo del mapa como si nunca hubiesen existido, salvo por la ristra de desastres que han dejado detrás. Como una plaga.
Sorprendentemente, de El  chaval sabemos muy poco. La figura mejor definida es el juez Holden, de temperamento contradictorio, tan espeluznante como atractivo, presentado al principio como un sinvergüenza simpático –desalmado, carismático, instruido o asilvestrado según le convenga– que se vuelve más y más siniestro a medida que avanza la acción. Quien decide, junto al juez los destinos del grupo es Glanton, el jefe de la banda, a quien conocemos a través de sus decisiones, cada vez más crueles y arbitrarias. Del cura y de Toadvine sabemos por sus diálogos con el chaval y por sus gestos amistosos hacia él.
Hombres ásperos rodeados de terrenos inhóspitos, naturaleza despiadada, poder implacable, climatología inclemente. El código es la falta de código, el lema, “sálvese quien pueda”, la conciencia de equipo existe siempre que venga bien, cuando estorba se la arrincona sin más y a otra cosa. Durante páginas y páginas parece que no ocurre nada. No vemos más que tiempo que transcurre y un camino sin fin que se recorre. Pero el peligro está latente en todo momento: el de los animales, los indígenas, los militares, los bandidos, los fenómenos naturales y, por encima de todo, el del Grupo Glanton, la propia manada humana que protagoniza el relato, un peligro manifiesto para cualquiera que transite por él.
Aunque basada en un episodio histórico de mediados del XIX, no creo que pueda encuadrarse en el género. Mediante precisas y detalladas descripciones  observamos tanto al grupo en movimiento como los lugares que va atravesando, un recorrido que parece, por su realismo, estar narrado en tiempo real. McCarthy maneja el lenguaje como una cámara de cine, relatando pormenorizadamente cada movimiento, en plano corto o largo, con asombrosa precisión.


BLOOD MERIDIAN – PRIMERA EDICIÓN: 1985 – CLÁSICO, VARIAS EDICIONES – PÁGINAS: 400 (aprox.)

Comentarios

  1. Me voy ahora mismo a la biblioteca a ver si lo encuentro. Con este análisis que haces y después de haber leído "La carretera" (donde McCarthy muestra ese dominio y esa precisión del lenguaje de que tú hablas), seguro que va a ser una buena lectura.

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  2. Qué estupendo! Me alegra haber provocado ese efecto y, a la vez, qué responsabilidad, jeje. Espero que no te decepcione. No lo creo, claro. Supongo que eres un incondicional, como yo desde que leí No es país para viejos, aunque no lo sepamos con el primer libro que leemos de McCarthy. A La carretera le tengo ganas desde hace mucho, a ver si cae este verano y luego intercambiamos opiniones.

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    1. Pues al final en la biblioteca municipal no lo tenían, Molina, ya iré esta tarde a otra que hay por aquí. En cuanto a "La carretera", libro escrito con una extraordinaria economía del lenguaje, creo que se merece los muchos elogios que ha recibido, si bien es, sencillamente, desolador. Tiene una buena adaptación cinematográfica protagonizada por Viggo Mortensen.

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  3. Espero que lo hayas encontrado y estés encantado con la lectura. Creo que La carretera me la imagino bastante bien y que merece la pena leerla... después de haber tomado aliento :)
    Yo llegué a McCarthy por la peli No es país para viejos, que a pesar de ser de los hermanos Coen y tener tanta repercusión en su día, me pareció un telefilm televisivo más que otra cosa. Por las referencias que tenía, no podía ser que el libro fuera así y me pasó como a ti, lo tuve que leer ya y salir de dudas. Los Coen fueron tan fieles a la letra que perdieron toda la esencia y tan poco fieles que se saltaron la voz subjetiva del libro (independiente de la acción y que, junto con el lenguaje, lo convierte en mucho más que un reguero de cadáveres). Te lo recomiendo también para más adelante.

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  4. A mi me encantó 'La carretera' y la peli de los Coen que a tí te parece un TV-film, así que me animé a leer Meridiano de sangre. Para mi sorpresa me resultó tan, tan, tan espantoso y deleznable, que han pasado ya más de 5 años de aquello y no quiero Cormac McCarthy ni en pintura.
    ;)

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  5. Pues, no sé. Me parece raro que te guste La carretera y esta no. Puede que no la leyeras en el momento adecuado. A mí me recuerda, salvando todas las distancias, a La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa, pero creo que este es mejor, está todo mucho más desperdigado, pero eso le da un carácter realista y melancólico que me gusta mucho.

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