Brújula, de Mathias Enard








Lo peor que puede hacer un creador es cogerle el tranquillo a algo. Cada obra es una aventura única y los recursos que se usan en ella no valen para los siguientes, el vértigo de la novedad desaparece y el nuevo producto fabricado con los mimbres del anterior pierde su agradable frescura para adquirir –por pequeño que sea – un molesto olor a rancio.
Zona es como es, irrepetible, todo un hallazgo. Y si, por lo que sea, no alcanzo en su momento todo el éxito que hubiera merecido, la solución no pasa por adjudicárselo (en forma de Premio Goncourt 2015) a la inmediata publicación del mismo autor. Que, por otra parte, será incapaz de ejecutar la misma hazaña dos veces. Puede escribir otra novela de la misma calidad, incluso mejor que aquella, pero resultará imposible clonar a la que pasó más desapercibida de las dos confiando en que estalle la misma chispa. Es por eso que Brújula me parece fallida. Ya no estamos ante el personaje sobrecogedor que repasa su azarosa vida en la penumbra de un vagón durante una noche entera, no temblamos con lo precario de su proyecto ni tememos por su vida, no nos fascina su recorrido sentimental. Ahora el monólogo interior es el de un hombre enfermo y enamorado –o más bien obsesionado– de una figura bastante idealizada al parecer. Esto no significa que la clave del asunto se halle en la idiosincrasia del protagonista: el error está en la forma de abordarlo. Lo que nos sedujo en Zona es algo que no encontramos en Brújula, para que nos sintamos atraídos por los nuevos seres y sus andanzas, Enard tendría que haberlos vestido, no con el traje de antes, sino con uno que les siente mejor.
Además del introspectivo repaso de su biografía, se repiten los otros elementos: fascinación por Oriente Próximo, aporte de pruebas, históricas y geográficas, a favor de la conexión de ambos mundos, el amor como asunto recurrente, todo ello en medio de una atmósfera de decadencia humana, de un indiscutible cansancio vital.
Al hilo de todo esto, Enard presenta a veces un sombrío, aunque probablemente certero, análisis del momento actual:
“…aquellos a quienes Oriente inspiró, a los Byron, los Nerval, los Rimbaud y a cuantos, como Pessoa a través de Álvaro de Campos, buscaron un “Oriente al oriente de Oriente.Un Oriente extremo más allá de las llamas de Oriente Próximo, y pensar que en otros tiempos el Imperio otomano era “el hombre enfermo de Europa”: hoy Europa es su propio hombre enfermo y envejecido, un cuerpo abandonado, colgado de su horca, que se deja pudrir convencido de que “París será siempre París”, en una treintena de lenguas diferentes, incluido el portugués “Europa es una estatua yacente que reposa en sus codos”, escribe Fernando Pessoa en Mensaje…”
La acción –o ausencia de ella –adolece de un culturalismo quizá excesivo que intenta integrarse en la historia sin conseguirlo del todo, apareciendo gran parte de las veces como mera superposición de estratos. En algún punto, menciona –manifestando su admiración– a Danubio, el artefacto híbrido engendrado por Magris. Supongo, y quizá sea mucho suponer, que existe cierta intención de emularlo. Pues bien, Brújula –aún siendo una novela correcta y muy personal– no alcanza esas cotas, ni siquiera Zona llega tan alto.
El personaje femenino queda tan nebuloso como las sucesivas conquistas de la novela anterior, pero ahora nos encontramos ante la figura central, la que pone en marcha las divagaciones del protagonista, aquella que constituye el eje de su vida, digamos que la mujer perfecta incluso en sus imperfecciones. Y, sin embargo, apenas se nos muestra como ente de carne hueso, es solo una quimera, un sueño. Aunque aparezca constantemente, siempre está desdibujada y lo poco que sabemos de ella resulta muy poco creíble.
Hasta la extensión me parece desmesurada: de haber limitado las redundancias, de haber contenido un poco ese torrente de palabras que, a fin de cuentas, no aportan demasiado, el resultado hubiese sido, creo yo, muchísimo más potente. Al fin y al cabo, lo que se narra no es gran cosa: Sarah y sus triunfos profesionales, Oriente, la evocadora y melómana postración del protagonista.  


BOUSSOLE – PUBLICACIÓN : 2015 – (EN ESPAÑA: LITERATURA RANDOM HOUSE 2016) - TRADUCCIÓN : ROBERT JUAN-CANTAVELLA -- PÁGINAS: 400 (aprox.) 


Comentarios

  1. Yo estoy a medias con esta novela y la verdad es que me identifico bastante con lo que comentas. Creo que hay un exceso de erudición de un mundo que conoce bien y muchas vueltas sobre lo mismo. Zona me gustó más porque era en su momento más novedosa y además trataba de temas que me intersaban más, pero esta vez la verdad es que me está costando.... Un saludo!

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  2. Exacto. A mí me encantó Zona, porque la historia me pareció más interesante y porque esa fórmula le iba muy bien. Brújula, en cambio, ni tiene contenido para tanta página ni le va nada ese formato.
    He estado mirando tu blog y promete... ¿vas a continuar?
    Saludos

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