Karoo, de Steve Tesich
Dice la Wikipedia:
“El
Karoo (del khoikhoi, karusa: esteril, seco) es una meseta semidesértica situada
entre el sur de Sudáfrica y el sur de Namibia.”
No sé si Steve Tesich (1942-1996),
guionista serbio-estadounidense y autor de esta novela entre otras, alude a las
características de este territorio al poner nombre a su personaje principal.
Supongo que sí, porque Karoo es exactamente eso: seco y esteril. O lo que es
igual, un individualista y misántropo absoluto, hedonista, egocéntrico y, aún
así, consciente de sus limitaciones. Esta consciencia, en lugar de aportarle
humildad, le sume cada vez más en la amargura y en un completo rechazo a la
humanidad entera –producto de su soberbia– empezando por su propio hijo y
acabando en la plebe, que son todos menos aquellos de quien depende su estatus
y a quien no tiene más remedio que adular contrariando su natural antipatía. El
personaje, como veis, no puede ser más mezquino, su conducta raya la crueldad
(y a veces la sobrepasa de sobra), y todo porque no ha sido capaz de hacerse un
hueco como auténtico guionista y en consecuencia –como él mismo reconoce– se
dedica a destrozar los guiones de otros, algunos de auténtico mérito, para
volverlos más digeribles (léase
comerciales), o por el puro placer de anular los productos de un talento que él
no ha tenido nunca, hasta volverlos irreconocibles a veces, en algunos casos
con consecuencias nefastas, y, por supuesto, siendo plenamente consciente de sus
actos.
Así de siniestro es él y así se presenta a
sí mismo, no creáis que estoy cargando las tintas. A mí no me gustaría
encontrármelo en la escalera, que tuviese que sacarme una muela o defenderme en
algún pleito, pero como sujeto de unas memorias ficticias os puedo asegurar que
resulta fascinante. Al principio tendréis que armaros de paciencia para haceros
con los peculiares mecanismos mentales de semejante individuo. Nos sumergimos
en un flujo de conciencia algo cargante, repleto de detalles que a primera
vista parecen irrelevantes y absurdos, hasta que comprendemos que esa es su
forma de pensar y que en ello consiste el quid
de la historia. A partir de ahí, os puedo asegurar que compensa y que de sus
quinientas y pico páginas no sobra ni una.
Hago notar que, el mérito de Tesich no
solo consiste en crear una personalidad poliédrica y creíble que por sí misma sea
capaz de dotar de contenido un texto extenso como este sin que el interés
decaiga ni un segundo, lo mejor de todo es que logra convertirle en humano, pues
Karoo, como cualquier ser de carne y hueso, a pesar de su marcado carácter, es
capaz de evolucionar en el tiempo sin perder la menor credibilidad. Y es en la
anécdota que marca su transformación y en todo el proceso que vive desde entonces
donde encontramos mayor genialidad si cabe. Porque, si ya era complicado crear
un Karoo y mantenerlo, esa metamorfosis constituye una pirueta narrativa
exquisitamente desarrollada que, por rizar el rizo, se cierra de la forma más
convincente posible. Me explico: si esta novela no la hubiese podido escribir
cualquier novelista, muchos menos habrían sido capaces de acometer la ardua
tarea de ponerle punto final.
Todos recordaréis a Ignatius Reilly, el
inolvidable personaje de La conjura de
los necios. Reconozco que Karoo
no ha conseguido una popularidad semejante a pesar de ser tan interesante,
divertida, bien desarrollada en todos sus aspectos, satírica y caústica cono
ella. Nunca he podido dejar de compararlas y a mí, personalmente, esta me ha
llegado más, no por ningún rasgo objetivo, simplemente porque conecta conmigo más
que la otra. Las circunstancias que rodearon a la publicación de la primera
también tuvieron algo que ver con su éxito, no cabe duda, y eso que Karoo también fue una hija póstuma de su autor, pero la causa de su
fallecimiento fue un vulgar infarto, nada que ver con el clima de leyenda
(suicidio, madre coraje etc.) que acompañó al alumbramiento de la obra de Kennedy
Toole.
Lo evidente para cualquiera que haya leído
esta novela y/o la otra es que karoos
y reillys
hay muchos, más de los que imaginamos, en
realidad todos tenemos un poco de los dos. Esta sociedad es así, y pocos
novelistas han sabido dar en el clavo explicándonos quienes somos o en qué nos
estamos convirtiendo.
KAROO – PUBLICACIÓN: 1998 - IDIOMA: INGLÉS
– EN ESPAÑA: 2013 (SEIX BARRAL) – TRADUCCIÓN: JAVIER CALVO PERALES – PÁGINAS:
560
No habái escuchado del autor. Nos animas a leerlo ¿eh?. Muy buena reseña.
ResponderEliminarUn abrazo
Os animo, por supuesto, es un novelón. Pero prepárate para acompañar durante las primeras páginas (decenas y decenas) a un indeseable que no deja de mirarse el ombligo. Tesich lo está caracterizando y lo hace muy bien, pero a algunos les puede resultar algo latoso. Hay que tener paciencia porque luego la cosa se anima y de verdad merece la pena.
ResponderEliminarSi llegas a leerlo, me gustaría conocer tu opinión.