Gomorra, de Roberto Saviano

Tras la conmoción mundial que supuso la aparición de este libro, incluso antes de saber si consistía en un reportaje novelado o de una crónica en estado puro, no dudaba de que tenía que leerlo, que acabaría leyéndolo quisiera o no, sencillamente porque hay textos que te llaman y acaban encontrándote por mucho que te resistas. Pero antes de que le tocase el turno se cruzo en mi camino –de forma casual pero tenaz– La belleza y el infierno, una obra posterior compuesta por artículos sueltos de temas variados, no necesariamente relacionados con la mafia, aparecidos en publicaciones con las que el escritor colabora habitualmente. Comprendí entonces que, aparte su interés sociológico, Saviano escribe condenadamente bien. Y lo sabe. Y no tiene la hipocresía de ocultarlo.

Con la contundencia que merece el asunto, gran intensidad descriptiva, una cantidad abrumadora de datos, nombres y fechas, así como una vívida recreación de escenas en las que, en un alarde de buen gusto, se nos ahorran escabrosidades innecesarias, vamos asistiendo a un modus operandi mucho más general y normalizado de lo que hubiéramos podido imaginar. Y justamente ahí es donde reside la verdadera atrocidad de lo que plantea, todavía más que en episodios previamente intuidos por haberlos contemplado en la pantalla.

Es innegable que la violencia en sí constituye un motivo de alarma,
“Después de haber visto decenas de personas asesinadas, manchadas de su propia sangre mezclada con la suciedad, desprendiendo olores nauseabundos, miradas con curiosidad o indiferencia profesional, evitadas como residuos peligrosos o comentadas con gritos convulsos, he llegado a una sola conclusión, una idea tan elemental que raya en la idiotez: la muerte da asco.”
pero hay otras consecuencias, en apariencia inocuas y en realidad altamente inquietantes, que no se nos ocurren en principio. Por ejemplo, que los habitantes de una zona han de tomar partido por fuerza pues es de todo punto imposible permanecer indiferente. No solo hay que elegir entre aliarse con los capos o buscar una ocupación legal: en este último caso habrá que optar por las empresas-tapadera del sistema o por sus contrarias. Y trabajar en estas –por muy inocente que parezca– constituye un constante peligro.

Alguien se convierte en sospechoso simplemente por mantener una relación superficial con la presa y acabar convertido en objetivo de la búsqueda e incluso de la venganza. Porque la lógica mafiosa es implacable. Ni hay piedad con las personas ni legitimidad en los procedimientos, cualquier escrúpulo es síntoma de debilidad y eso sobra en un mundo donde cualquiera que desee ser alguien debe actuar con contundencia. Pero en todos los sentidos, tanto para eliminar competidores como para diversificar y monopolizar los negocios o aliarse con el poder mediante, violencia, soborno, infiltración. Los métodos son múltiples, a la hora de la verdad todo vale, existe un objetivo, el poder absoluto, que justifica todos los medios, incluyendo la traición, la propia huída, la clandestinidad y la muerte. Y sin embargo, no desprecian la imagen que proyectan, tanto es así que han acabado imitando a sus émulos del cine.

Saviano va cambiando el enfoque de un capítulo a otro, aunque siempre manteniendo un único tono y sin abandonar los recursos propios de la crónica. Es ameno, se lee con interés, pero lo que presenta no es un relato al uso, las técnicas son exclusivamente periodísticas, nada que ver con la ficción. Por eso, quien espere encontrar algo parecido –formalmente hablando– a la serie que estos días se emite en televisión se puede llevar un gran chasco.

El autor usa la primera persona, se presenta en el escenario de los hechos, indaga en archivos policiales, interroga a testigos, lo observa todo con mayor o menor discreción. Nos acostumbramos a verlo como un personaje más, como el narrador al que apenas se alude, le acompañamos en sus andanzas, comprendemos que es capaz de camuflarse con el paisaje, de pasar desapercibido mostrándose como un simple paisano, un inofensivo estudiante.
“Trato siempre de calmar esta ansia que me invade cada vez que ando, cada vez que subo escaleras, que cojo un ascensor, que arrastro las suelas sobre felpudos y atravieso umbrales. No puedo evitar rumiar sobre cómo se han construido edificios y casas. (…) No logro hacer como si nada. No logro apenas ver el entramado, pensar en la argamasa y en la paleta. Será tal vez que quien nace en ciertos meridianos tiene relación con algunas sustancias de un modo singular, único. (…) El cemento. Petróleo del sur. Todo nace del cemento. No existe imperio económico nacido en el sur de Italia que no pase por la construcción: licitaciones, contratas, obras, cemento, grava, mortero, ladrillos, andamios, obreros... Este es el instrumental del empresario italiano. (…) La concrección del cemento y de los ladrillos es la única materialidad que verdaderamente conocen los bancos italianos.”
Pero toda la libertad que disfrutaba desapareció en de golpe en el preciso momento que Gomorra vio la luz.


PRIMERA EDICIÓN: 2006 – EN ESPAÑA: 2007 – VARIAS EDICIONES -   TRADUCCIÓN TERESA CLAVEL Y FRANCISCO J. RAMOS MENA – PÁGINAS: 325 (aprox.)

Comentarios

  1. Pues debo reconocer que a mí me pasó al contrario: nunca me llamó esta lectura, quizás porque el tema de la mafia no es de los que me llame especialmente. Pero con las mismas tengo que reconocer que después de leerte por primera vez me ha entrado el gusanillo, quizás por ese "Saviano escribe condenadamente bien" o porque de repente esa peculiar lógica mafiosa se me ha antojado apetecible de conocer.

    Gracias y saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que además influye en la economía legal, tanto italiana como internacional. No es que influya, es que estos capos napolitanos son los dueños de montones de empresas enormes, que comercian con muchos países, y blanquean ennegreciendo (o ennegrecen blaqueando). Da grima ver como lo legal y lo ilegal es casi lo mismo. Eso es lo que no se podía decir y Saviano lo deja más que claro. Ahora dice que no pensaba que iba a pagar un precio tan alto. Probablemente por la edad que tenía cuando lo escribió porque ¿cómo podía pensar que, en ese ambiente terrible, que él conoce de sobra, podía salir bien parado? A mí lo que me sorprende -y me alegra profundamente porque nadie se lo merece tanto como él- es que todavía siga vivo.

      Eliminar
  2. Conocí este libro por que su autor apareció en "Salvados". Desde ese momento me llamó la atención, más que nada por el tema tan real que trata. El hecho de que el autor, desde que lo escribió, está en peligro de muerte, quiere decir que hay demasiada verdad en sus páginas, además lo pones tan bien que dan ganas de leerlo ya.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué pena! Me perdí ese episodio de Salvados, me encanta Jordi Évole.

    ¿Sabes que están emitiendo una serie basada en el libro? No sé en qué cadena, creo que en la 6, pero, claro, el guionista ha tenido que convertirlo en un relato y eso puede hacer pensar que Gomorra es una novela. Y no es así, es muy ameno, muy entretenido, está lleno de historias, el lenguaje es muy cuidadoso y estimulante, pero no hay unos personajes que conozcamos al principio y vayamos seguiendo todo el tiempo. Es Roberto Saviano indagando, moviéndose, hablando de unos personajes, luego de otros, cambiando el foco etc.

    Si lo empiezas preparada para no leer ficción, te puede gustar mucho. Y no se te olvide contarlo aquí, discrepes conmigo o no.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Explícate: