En la boca del lobo, de Elvira Lindo


 

Por fin he terminado esta novela. No crean, me ha costado lo mío, y eso que lo que narra es interesante, en principio, que la prosa es clara, que tiene momentos poéticos en los que roza el bucolismo y que cuenta con unos personajes claramente atractivos. Diré más: a muchos de los que me están leyendo les va a encantar, por estas y otras razones que detallaré más adelante, así que no tengan en cuenta mi opinión y láncense a por ella sin pensarlo. Se lo digo completamente en serio.
En algún sitio leí, hace unas cuantas semanas, que Elvira Lindo presentaba nueva novela a un tiro de piedra de mi casa. No había leído nada suyo hasta ahora porque tengo, lo confieso, prejuicios hacia los escritores que ahora mismo están en ejercicio, no porque sospeche de su valía, o no en este caso, pero el estrecho cerco que la política editorial les impone, esa obligación de ser rentables a toda costa, les mantiene en un terreno, como mínimo, previsible. Y ya sabemos que previsibilidad y creatividad no suelen llevarse muy bien. Pero soy curiosa, y Lindo siempre me ha parecido inteligente y con un buen dominio de tiempos y estrategias. Ahora, después de escucharla y leerla, ha subido varios puntos en mi baremo particular de cerebros brillantes, además he comprobado que no le faltan ni arte ni oficio y, para colmo, es simpatiquísima. Los creadores viven tiempos peculiares y deben adaptarse a ellos, la banalización del arte no es una novedad, pero sus efectos se incrementan a cada día que pasa. Los factores son múltiples: pereza de los lectores, producida a su vez por la dictadura de las redes o la exigencia de dar nuevos títulos a la imprenta, entre otros.
Y aquí estoy yo, con esta novelita, entrando en el mundo de Julieta, una niña de once años, extraordinariamente despierta, que enseguida consigue sembrar la inquietud en el lector por sus insinuaciones acerca de ese lobo de cuya boca parece haberse librado a medias, y en el de Guillermina, una madre precoz que no acaba de asumir su condición del todo a pesar del cariño que siente por su hija. Encuentro a las dos trasladándose a su pueblo de origen para tomar posesión de la casa familiar tras el fallecimiento de su último propietario y me inquieta lo que se intuye a través de las palabras de su narradora y protagonista.
Los días pasan y se acerca el momento de volver a la gran ciudad, allá donde le espera el lobo del título. A ella y a nosotros los lectores, deseosos de que se concrete de una vez el origen de un conflicto que mantiene a Julieta claramente traumatizada ante la indolencia o ignorancia de una madre poco dispuesta (y/o preparada) para asumir lo que se avecina. Aunque es de justicia comprenderla ya que, echando cuentas, para los treinta aún le falta un trecho, estas responsabilidades maternas, por lo general, aparecen bastante más tarde. 
Además, y por encima de todo, las madres siempre son las culpables -hasta en las ficciones de una feminista como Lindo-. Un prejuicio tan socialmente asumido que casi todos acabamos aceptando y que, por mi parte, suelo poner en evidencia cada vez que me lo encuentro.
Parece que estamos llegando al momento culminante ¿no es así? Pero ¡ojo! en ese instante, con las maletas en la puerta y el taxi esperando, todo cambia. El argumento principal- que se reanudará al final pero de forma tan sibilina que no se abordará lo que se anuncia- se disuelve y el foco se pone ahora en la vida cotidiana de la aldea, en un personaje secundario no demasiado creíble, en un asunto de adulterio tan sobado y trivial como puedan imaginar y en un enfoque que abandona el realismo para sumirnos en un mundo -sin pies ni cabeza, diría yo- que oscila entre lo onírico y lo esotérico. Esta es la coartada para que el lector nunca sepa lo que ha ocurrido con el personaje principal durante diez años, nada menos. La madre se fue sola (o no), las esperaba el susodicho (o no), pasó algo más o finalmente la cría se salvó quedándose en la montaña al cuidado de una adulta menos preparada aún que la madre legítima para asumir esa responsabilidad. Siéntanse libres, pueden pensar lo que quieran. Aunque a mí me parece una estrategia literaria claramente tramposa: cuando el argumento se encamina hacia lo políticamente incorrecto, me invento otro, mucho más asumible, dejo que pasen las décadas y ya cerraré como se me ocurra. 
¿Es eso lo que pensaba la autora cuando llegó a un punto más escabroso de lo esperable? Imposible saberlo, pero es lo que imagino cuando empiezo a leer una novela y me encuentro embarcada en otra unas cuantas páginas más tarde -y además el nuevo argumento no me interesa demasiado- mientras espero impaciente que se me informe del que ha quedado a medias. Sí, mucha sintonía con la naturaleza, mucha paz, vecindad con animales, subir y bajar cuestas, un pajar modernizado y olor a pan recién hecho. Pero, dígame, ¿qué ha pasado con Julieta?
Nunca lo sabremos. Aparece fugazmente ya adulta y, mucho después, iniciando una nueva vida, llena de cicatrices pero con los problemas del principio resueltos.
En un post reciente explicaba que la unidad narrativa se mantiene cuando se avanza en el relato aunque este aparezca fragmentado desde un punto de vista formal. Lo hice comentando la novela Fortuna. Bien, pues aquí ocurre justamente lo contrario: se nos cuentan dos historias como si fuera una sola para eludir el meollo de la cuestión sin que se note. Pero eso es imposible, por mucho que se adormezca al lector con un ruralismo -bastante artificial, por cierto- y con historias ciertamente manidas, el auténtico dramón ha quedado cubierto por mil capas y aún así deja ver su enorme silueta. El elefante en la habitación es imposible de esconder.

PUBLICACIÓN: 2023 - EDITORIAL: SEIX BARRAL - COLECCIÓN BIBLIOTECA BREVE - PÁGINAS: 272

Comentarios

  1. Una novelita que no parece que al final te haya sabido a poco.

    Buena reseña. Un abrazo

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  2. Me aburrí como una morsa, allí, metida en el pueblo, con la maestra liberal y el panadero infiel (aunque de ellos tampoco se cuenta gran cosa), "mirando" el paisaje todo el rato y preocupada por lo que le estaría pasando a la pobre criatura 😆😆

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