El club de los mentirosos, de Mary Karr
Pocos son los que se atreverían a airear los trapos sucios familiares, a destruir la (casi intocable) reputación de la figura materna, a describir el fango, las adicciones, las costumbres licenciosas, la arbitrariedad educativa de sus progenitores. Menos frecuentemente aún encontramos a una escritora desvelando este tipo de asuntos con total naturalidad y pocos filtros aparentes (aunque los habrá, no lo dudo) y, para colmo, fue publicado hace veinticinco años, nada menos. Partiendo de ese ambiente insano, Mary Karr describe su infancia construyendo un relato, tan coherente como impactante, que nos mantiene en vilo hasta un final cuyo aliciente añadido consiste descubrir los motivos de tal desbarajuste. Podríamos, pues, calificar la novela de pionera, de rompedora y valiente, de desmitificadora, en definitiva, de poco digerible para estómagos conservadores. Pero hablar de la realidad, tal como es, por incómoda que resulte, con mayor motivo aún si es así, en lugar de idealizarla pre