La tercera virgen, de Fred Vargas
Es curioso. De Fred Vargas me gusta lo
mismo que detesto. La verosimilitud para ella es un recurso accesorio, se la
salta a la torera, plantea los hechos como le parece, con total libertad,
buscando –o eso parece– el asombro del lector antes que la coherencia narrativa.
Los efectos que produce esta forma de narrar pueden sumergirnos en una mundo
encantador, casi onírico –a pesar de la
crudeza ambiental– pero con esta autora pasa que a veces nos vemos envueltos en
una retahíla de disparates sin pies ni cabeza y sentimos que nos está tomando
el pelo. En La tercera virgen no hay
más coherencia ni menos desatinos que en otras novelas suyas, pero la lectura merece
la pena porque equilibra los elementos en juego con tanta habilidad, ata tan
bien los cabos sueltos, abandona pistas aparentemente viables para abordar rutas tan distintas que nos sorprende constantemente sin que decaiga ese ambiente
verdaderamente mágico que solo la fantasía es capaz de poner en marcha.
En este caso, es el misterio, la
superstición, la supuesta brujería lo que aporta tensión al argumento a cargo
de la combinación “mito judeocristiano de la virginidad” con “trastorno múltiple
de la personalidad”. Una tensión que no conviene mantener constante; para
rebajarla cuenta con la personalidad de los investigadores (a cual más curiosa)
y con las relaciones que se establecen entre ellos –incluyendo la mantenida con
un gato que, si bien no investiga, es capaz de mantenernos en vilo a lo largo
de más de una escena, alguna no demasiado verosímil pero ciertamente memorable–,
relaciones distendidas o que se tensan y se destensan constantemente añadiendo
tensión dramática al conjunto.
Este clima de compañerismo resulta
convincente porque aquí se trabaja en equipo al contrario que en la mayoría de tramas
detectivescas. Por lo general, el peso de la investigación queda a cargo de un
único individuo, que no siempre es el que ostenta la máxima jerarquía pero cuya
mente privilegiada consigue dar con la solución dejando a sus compañeros –o a
la policía si se trata de un detective privado– como unos completos ineptos. Aún
así no podía faltar la estrella del reparto y ese es el inspector Adamsberg, de
la Brigada Criminal, que pelea como un jabato para que la Brigada de Estupefacientes
no se haga cargo de un caso que considera suyo y que finalmente consigue
practicando tejemanejes confesables a medias. A Adamsberg, su carácter voluble,
conducta errática y soberbias intuiciones, ya lo conocíamos de otras novelas de
Vargas, así como a muchos de los compañeros que le acompañan en La tercera virgen. Ellos y sus rasgos
sobresalientes: la infinita erudición de Danglard, los altibajos amorosos con
Camille, la opulencia y fino olfato de Violette etc.
Esta vez parece que han matado a una
virgen. ¿Qué cómo pueden saberlo (lo de virgen digo)? Ni idea, es un fuego de artificio más de los
muchos que Vargas se saca de la manga y que aquí multiplica por dos quizá con
la intención de normalizarlo. Sí, dos vírgenes asesinadas y una investigación
basada en una serie de pistas esotéricas, poco o nada convincentes pero la mar
de divertidas. Tras toda una colección de hipótesis a cual más inverosímil, se
llega a la conclusión de que una tercera virgen está a punto de ser asesinada. Pero
los palos de ciego y los callejones sin salida nos despistan e intrigan de tal
forma que nos convertimos en alegres cómplices de la investigación, por muy
demencial que nos parezca, si a cambio obtenemos la cabeza del culpable.
Sería injusto decir que Vargas cierra mal
el argumento. Finalmente, lo psicológico cobra protagonismo y la explicación
final no es tan disparatada como nos temíamos. Al contrario, eleva y aporta
dignidad al conjunto dejándonos con la impresión de que, en el fondo, la escritora
sabe lo que es la vida, conoce bien a la gente, y las incongruencias sembradas en
nuestro camino lector no son más que un juego, una broma muy suya que alerta de
lo absurdo e incomprensible que es el mundo en que nos ha tocado vivir.
DANS LES BOIS ÉTERNELS – PUBLICACIÓN: 2006 –
(EN ESPAÑA: 2008) – VARIAS EDICIONES – TRADUCCIÓN: ANNE-HÉLÈNE SUÁREZ GIRARD –
PÁGINAS: 480 (aprox.)
Muy buena crítica, una reseña estupenfa.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Albada, muchas gracias, me alegra que te guste.
EliminarPor cierto, ya no puedo entrar en tu blog, no sé si está fuera de circulación o el enlace de google + está roto. Espero que leas esto y puedas orientarme. Un saludo
Pues este es de los poquitos que me faltan de Fred, de quien estoy procurando leer todo
ResponderEliminarBesos
Pues, si me ha gustado a mi que no soy incondicional suya, creo que a ti te va a encantar.
EliminarUn abrazo