No está solo, de Sandrone Dazieri
Así, en tercera
persona. No es un enunciado redondo, parece que le falta algo,
además, crea confusión: al principio creí, seguramente influida por la portada,
que aludía a la víctima del último secuestro cuando su sentido es, justamente,
el contrario. En cambio, Matar al padre,
el título italiano, es más preciso y sonoro. Como suele suceder, el autor lo
hace mejor que nadie, pero la edición española tiende a enmendar la plana,
una costumbre que solo tiene sentido si sonase mal en castellano o no existiera traducción literal.
No está solo podría convertirse
en el acontecimiento de la temporada en el ámbito del género negro junto al
francés Vestido de novia. Pero
mientras este último intenta con relativo éxito salir de los caminos trillados,
el que nos ocupa no sobrepasa la mera reiteración de recursos aplicados en
todos los formatos desde las primeras novelas y películas. Con estilo seco y
escueto, Dazieri nos conduce por los entresijos de una trama delirante. Pero lo
simple, contra lo que pueda parecer, no es nada sencillo y hasta puede resultar
bastante trillado e insulso, sobre todo si muestra un desaliño evidente y si
los diálogos son tan desangelados como los que encontramos aquí. En estos
casos, es difícil saber dónde está la
causa, si en la traducción o en el texto original; si nos fijamos en la escasa
meticulosidad del resto de elementos, me temo que el autor tiene gran parte de
culpa, pero aparecen también errores de traducción en forma de calcos, como “traje
mimetizado” y no “de camuflaje”, por ejemplo.
Por otra
parte, Dazieri emplea demasiadas páginas para ofrecernos las ansiadas
respuestas, sobre todo si tenemos en cuenta lo poco que ofrece a cambio: análisis
psicológico mal fundamentado, arbitrariedad a raudales, material de relleno
tópico y típico. Sin embargo, sustancia debería haber de sobra ya que el
argumento contiene toda clase de ingredientes de alto voltaje dramático: traumas
infantiles que se arrastran de por vida, misteriosos complots, secuestros en
serie con su consiguiente asesinato, experimentos científicos ilegales, atentados
con explosivos, corrupción, identidades y parentescos confusos. Un coctel que,
mezclado y condimentado con la hondura necesaria, habría dado lugar a una muy
actual obra maestra.
Concreto
algo más. A ese Padre psicótico o psicópata –pues parece oscilar entre ambas
tendencias– no hay quien se lo crea, aunque los mimbres bastarían para construir un personaje antológico. Tampoco me convencen los traumas de los
protagonistas, que se nombran pero no se muestran pues a la hora de la verdad
no representan ningún obstáculo, se superan y punto, igual que en los
telefilms. No resulta muy creíble, por ejemplo, que individuos con
claustrofobia o crisis de ansiedad se comporten como héroes en los momentos más
críticos solo porque lo requiera la acción sin presentar argumentos convincentes. El autor podría haberse ahorrado la tendencia al melodrama que se percibe
constantemente; la historia de amor paralela está muy manida ya, esos
compañeros que mantienen una relación equívoca presente en la mayoría de series televisivas; la huida es idéntica a las que hemos visto y leído miles de
veces; muy a menudo, se aporta información irrelevante con el fin de que no
dejar cabos sueltos, ralentizando la acción innecesariamente.
Naturalmente
hay aciertos, un espléndido manejo de la intriga, giros argumentales oportunos y
muy bien desarrollados, la empatía que sentimos hacia los protagonistas, la ambigüedad
en que queda la relación entre ambos, y algún otro, aunque no de tanto calado
como para inclinar la balanza a favor.
UCCIDI IL
PADRE – PUBLICACIÓN: 2014 - (EN ESPAÑA: EDITORIAL ALFAGUARA COLECCIÓN ALFAGUARA
NEGRA – 4 JUNIO 2015) – TRADUCCIÓN: XAVIER GONZÁLEZ ROVIRA - PÁGINAS: 552
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