El alma de las marionetas, de John Gray
Así reza el subtítulo: “Un breve estudio sobre la libertad del ser humano”. De ella han hablado la mayoría de los
filósofos, está presente en la base de las religiones y en cualquier
planteamiento moral genérico o específico. Se trata, pues, de un asunto que
podríamos calificar de muchas maneras: fundamental, apasionante, espinoso,
complejo, polémico, caduco, pero que de original no tiene absolutamente nada.
Sin embargo, no se puede negar que en este ensayo
originalidad hay de sobra. John Gray, invirtiendo los conceptos de siempre, consigue
revitalizar un tema bastante sobado a estas alturas. Para ello se vale de algunas
referencias que, al menos a los profanos de la filosofía, nos parecen poco habituales.
En primer lugar, el ensayo de Heinrich von Kleist titulado The Puppet Theatre, que atribuye a las marionetas una libertad de
las que carecerían los bailarines humanos al no tener que esforzarse para
extraer belleza de sus movimientos pues quienes están a cargo de ello son otros.
Si definimos “libertad” como inexistencia de conflictos anímicos, solo la
ausencia de pensamiento –así como una omnisciencia infinita– dotaría de
libertad al individuo, y eso, en palabras de Kleist, no está más que al alcance
de “una marioneta o un dios”.
Con un enfoque tan literario –y hasta poético– como
podríamos esperar de un título así, el autor intenta demostrar su hipótesis analizando,
incluso citando textualmente, varios
párrafos de la obra mencionada para considerar a continuación el pensamiento de
estoicos, taoístas o adscritos a monoteísmos diversos, pues:
“Lo que los seguidores de estas tradiciones quieren por encima de todo no es disfrutar de ningún tipo de libertad ni de la facultad de elegir; lo que desean fervientemente es liberarse de tener que elegir.”
La libertad, en este caso, consistiría en un estado
interno. Al sujeto le tendrá sin cuidado quien le gobierne o cualquier otra
cuestión de detalle siempre que tenga sus necesidades básicas resueltas. Más o
menos, esta es también la base del pensamiento gnóstico antiguo: la libertad
procede de un conocimiento profundo al margen del mundo exterior. Y con algunas
modificaciones es la filosofía que predomina hoy día en Occidente. Si, como
afirman los científicos y cree a pies juntillas el hombre moderno, podemos
dominar la naturaleza por medio de la técnica, de alguna forma hemos convertido
al ser humano en dios.
Solo hay que sustituir ciencia por voluntad para
encontrar la misma idea en el movimiento romántico. La encontramos en el Frankenstein de Mary Shelley y en La Eva futura de Villiers de L’Isle-Adam.
Pero una creación del ser humano perpetuará forzosamente las limitaciones de aquel
que le ha concebido.
“Puede que erradicar el mal produzca una nueva especie, pero no la que sus inocentes creadores tienen en su cabeza. Los seres humanos se conocen demasiado poco para ser capaces de fabricar una versión superior de sí mismos.”
Un error muy común consiste en pensar que la violencia es
inhumana. Pero no solo no es así sino que se halla inscrita en nuestra propia
naturaleza, por eso, los intentos de erradicarla suelen generar escaladas
todavía más terribles. Hasta el mito de que la especie tiende a mejorar es falso:
no solo hemos sido incapaces de disminuir la destrucción sino, como la historia
del siglo XX demuestra, hemos aumentado de forma exponencial nuestra potencia
destructiva. Es más, la pervivencia y estabilidad de las sociedades humanas se
fundamenta en la constante posibilidad de una guerra, percepción mantenida por
los medios de comunicación en su rol generador de opinión pública. Mientras
tanto, la globalización está acabando con la intimidad, un estado de cosas que
amenaza con convertirse en una especie de fortaleza amurallada de la que, paralizados
por el miedo y por la sensación de estar protegidos, ni siquiera queremos salir.
De ahí podría deducirse la existencia de una
conspiración. Gray sostiene que no existe tal cosa: el ser humano actuando como
actúa se mueve en una dirección determinada pero nadie, ni siquiera uno mismo,
sabe exactamente por qué hace lo que hace.
“Los seres humanos pueden comportarse como marionetas, pero nadie está manejando los hilos.”
¿Quién nos sucederá
en el control del planeta? No podemos saberlo, pero si estáis buscando un texto
capaz de haceros reflexionar sobre estas y otras cuestiones candentes, aquí
tenéis este ensayo, tan atemporal como actual y palpitante, tan teórico como indiscutiblemente
pragmático.
THE SOUL OF THE MARIONETTE: A SHORT INQUIRY INTO HUMAN
FREEDOM - PUBLICACIÓN: 2015 – (EN
ESPAÑA: ENSAYO SEXTO PISO) – TRADUCCIÓN: CARME CAMPS – PÁGINAS: 144
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