Los desorientados, de Amin Maalouf


A poco que conozcamos la trayectoria de Maalouf no podemos negar su compromiso con la causa de la convivencia pacífica entre mentalidades, religiones y culturas, esto es evidente tanto en ensayo como en narrativa, aunque estas buenas intenciones a veces lastran un poco esta última. No siempre, (conozco casos excelsos) pero es muy difícil sustraerse a cierto afán de tesis cuando el deseo de mejorar las cosas se convierte en prioritario. Conocí a este escritor a través de su ensayo Identidades asesinas, un magnífico alegato a favor de la tolerancia que, no obstante, consigue superar en El desajuste del mundo. Entre uno y otro, tuve la suerte de que cayese en mis manos Orígenes, un retrato personal y familiar narrado con amenidad y soltura, del que también disfruté mucho y gracias al cual conocí un poco más al autor como persona y también como fruto de una herencia de siglos. Y ahora, por fin, me acerco a su obra de ficción, ya era hora, desde luego, después de su larguísima trayectoria como novelista, pero el orden de las lecturas es azaroso y esto da lugar a lagunas bastante incomprensibles.

El propio título –traducido literalmente de su original francés– nos da pistas de lo que vamos a encontrar y, en mi opinión, tiene una doble lectura. En su acepción más etimológica, parece referirse a unos personajes que han abandonado sus raíces orientales para trasladarse a algún lugar de occidente, pero también tiene que ver, por supuesto, con su uso más habitual: en estos tiempos confusos y más con esa mezcolanza de procedencias lo raro sería no desorientarse. Aunque quizá esa desorientación tenga un sentido más social, de búsqueda de consenso, pues cada componente de ese grupo que regresa a su tierra tras décadas de distanciamiento parece tener muy claras tanto sus ideas como su papel en la sociedad que le ha tocado vivir.

Un puñado de amigos, casi todos desperdigados por el mundo. Uno que quedó en su tierra y está al borde de la muerte. Una llamada urgente a Adam, el protagonista y, tanto narrativamente como dentro del hilo argumental, nexo de unión de todos ellos. A partir de ahí, surge la idea de volver a reunirse, a pesar del tiempo transcurrido y de que, los antaño revolucionarios, se han ido aferrando a doctrinas muy concretas, todas ellas diferentes e incluso antagónicas entre sí. En ese empeño porque el proyecto se lleve a cabo y lo haga con éxito, sin roces y con el mayor respeto posible, se va pasando revista a los pasados respectivos. Nos encontramos, pues, con un ramillete de historias, que van jalonando los preparativos. Al principio ese empeño por juntarlos a todos, y más en su país de origen al que muchos nunca han pensado en volver, nos parece misión imposible, pero las dificultades se van allanando y, casi por arte de magia, uno tras otro van apareciendo en la fecha indicada. El lugar lo tienen, es el hotel que regenta Semiramis, única entre tantos varones aparte de la viuda, y que representa a la mujer emancipada sin haber salido de la tierra. Una rareza, supongo. Y, para que el ecumenismo sea completo, hay un representante de cada credo o ausencia de él: un descreído científico, un judío, un musulmán algo radicalizado, un monje cristiano fundador de una pequeña comunidad, un profesional cuyo éxito le ha convertido en millonario, el propio Adam, profesor de historia en París, y su novia, la argentina Dolores a la que se agrega en el último momento. Un coctel explosivo urdido con toda la intención. ¿Qué puede salir de algo así? ¿Les explotará en las manos? ¿En la cara? Me lo reservo, lo que quiero destacar es que lo más logrado, a mi entender, son las peripecias de los personajes, que como digo más arriba se van desarrollando como quien no quiere la cosa, y lo peor es esa obsesión del escritor por que todo cuadre de una forma más aritmética que narrativa, más ideológica que verosímil. Y es que detrás de tantos obstáculos superados en tan poco tiempo no podemos ignorar la mano de un idealista Maalouf, al que falta muy poco para elaborar una novela de tesis. Y esto puede ser muy loable pero muy poco literario.

No tengo un criterio claro respecto al desenlace, lo confieso. Seguramente es un acierto absoluto pero mi alma lectora se rebela, quiere saber más de lo que le cuentan e incluso se siente un poco estafada. Aunque la razón me dice que es lo mejor que podía hacerse y que dejar algo a la imaginación suele dar los mejores resultados. Si el cuerpo de la novela ha quedado con las costuras recosidas en exceso, dejemos que el final respire.

TÍTULO ORIGINAL: LES DESORIENTES - PRIMERA EDICIÓN 2012 - EDITORIAL ESPAÑOLA: ALIANZA - TRADUCCIÓN: MARÍA TERESA GALLEGO URRUTIA - PÁGINAS 528

Comentarios