Día Mundial de la Poesía: 21 de marzo. ¿Puede el poema surgir de la nada? (y II)

Resumiendo: si un texto carece de ritmo, no indaga en el misterio de los seres, no se recrea en la forma de expresarse utilizando un vocabulario y una sintaxis poco habituales ni utiliza figuras retóricas nos encontramos ante lo que conocemos como lenguaje llano, el mismo que usamos para decir: “Deme medio kilo de tomates” o “Niño, bájate de ahí”. Lo podemos llamar poesía si nos da la gana, pero hablaremos con la misma propiedad que si llamamos catedral a una boca de metro.
Ahondemos un poco más en esto:

Abajo, en el agua,  / la luz reverberaba en la estela de una embarcación/ y los trazos luminosos se movían por su piel / como el reflejo de las facetas de un diamante."                                                                                                                      
¿Alguien considera lo de más arriba un texto poético? ¿Sí? Pues no lo es. Léanlo de nuevo:

Abajo, en el agua, la luz reverberaba en la estela de una embarcación, y trazos luminosos se movían por su piel como el reflejo de las facetas de un diamante.
Arturo Pérez Reverte, El club Dumas, RBA Editores, Barcelona 1994, Pag. 178

Sí, señores. Se trata de un fragmento de novela, concretamente de El club Dumas. Un párrafo que, leído en su contexto, verán que de poético no tiene nada. Es descriptivo, usa algunos términos que recrean la naturaleza, pero no muestra ningún énfasis, ninguna indagación y, desde luego, su ritmo –que lo tiene– es consustancial a la prosa. Insisto en lo que dije en la primera parte de este artículo, el hecho de cortar los renglones puede despistar a los incautos, pero el que ha aprendido a degustar poesía no se engaña con estas pirotecnias caseras.
La mayor parte de las veces no existe mala fe. El creador piensa que realmente está escribiendo un poema, y eso ocurre porque sus fuentes no pertenecen a su idioma, se trata de meras traducciones que tratan de imitar el sentido y, dentro de lo posible, también la forma. Pero ni Lorca es Lorca en chino ni Goethe, en castellano, es propiamente Goethe. El que lee traducciones –por lo demás, muy necesarias– adquiere cultura, recoge el mensaje etc, pero no está leyendo el poema que concibió su creador. Ni ese ni ningún otro.
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Franz Marc - El sueño (1912)
Pero si hablamos de poesía, es hora de que la mostremos:

La luna clava en el mar / un largo cuerno de luz. / Unicornio gris y verde / estremecido pero estático. / El cielo flota sobre el aire / como una inmensa flor de loto. / (¡Oh tú sola paseando / la última estancia de la noche!
García Lorca, Segundo aniversario. De Canciones (1921-24)

Un poema en verso libre que adapta formas tradicionales combinando versos de ocho y nueve sílabas.

Mi corazón repartido / entre la ciudad y el campo. / ¡Luminarias de la noche! / ¡Mis verdes sauces llorones! / Ay claras confiterías / de anises y de piñones! / ¡El olor a trementina, / a suave alcol de romero / del bosque! / ¡Novia azul en la baranda / de los últimos balcones! / ¡Novia del monte, / pobre!
Rafael Alberti, Marinero en tierra (1924)

Aquí el romance tradicional sirve de base para este verso libre que asocia parejas de versos.

¡Pastora de milagros! / ¿Lo sobrenatural / nació quizá contigo? / Tu vida / maneja los prodigios / tan tuyamente como / el color de tus ojos, / o tu voz o tu risa...
Pedro Salinas. Razón de amor (1936)

Esta es una silva libre en heptasílabos. Con esto no quiero decir que haya que construir los poemas basándose en esquemas rítmicos determinados: un mínimo de oído basta para sacar adelante un verdadero poema o para que el lector distinga la poesía de la prosa. El secreto está en leer, mucho y bueno, en el idioma que nos sirva de vehículo.
Y, para demostrar que la poesía no tiene por qué ser seria ni solemne, acabo con una muestra sarcástico-humorística:

Con el almejón / -ojo de mar de párpados duros- / anda el bisturí / de mi pluma Steffen mojada en carne de Taití / rezumante de sueño tsé-tsé / y voz de café. / Pero en la cerveza / radica el secreto maravilloso de la almeja, / como dice el fraile a la canonesa / ¡Ca...ram...ba! /qué frío por la escalera!
José Moreno Villa, Carambas (1931)

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