Un detalle menor, de Adanía Shibli


En un tiempo tan convulso como el que vivimos, algunos países están de triste actualidad, unos recientemente otros desde hace muchas décadas. Es el caso de Palestina. Urge representar esas voces que relatan una realidad de la que no nos podemos hacer idea. Desde lejos, los contornos se suavizan, lo amargo de una vida sin libertad, con continuas intromisiones y la hostilidad siempre presente es difícil de imaginar en toda su crudeza cuando jamás se ha vivido algo así.
Leí al poco de publicarse El hombre mojado no teme la lluvia. Si no lo conocen se lo recomiendo, es un libro escrito por la periodista española Olga Rodríguez hará unos quince años, en el que se realiza un concienzudo análisis de la situación en esa zona geográfica a base de reportajes y entrevistas. Escribí sobre él, en su día, en un espacio parecido a este.
La novela de Shibli narra sin narrar. Echando mano de los recursos del idioma, describe lo que sucede de forma indirecta, como si estuviera fotografiando algo perfectamente anodino y en medio se colase una escena llena de truculencia de forma totalmente involuntaria. Pero sabemos que la intención de la autora consiste, precisamente, en informar sin que se note, en acumular detalles rutinarios dejando traslucir la crueldad de forma que el contraste entre lo neutro y lo indignante consiga que este resalte como un latigazo en el silencio.
Esto que digo se produce en las dos partes, -perfectamente diferenciadas, con personajes distintos y muy alejadas en el tiempo- en que se divide la narración. La primera, en tercera persona, con narrador omnisciente y más estereotipada -ya que pretende seguir su plan a pies juntillas- da cuenta de un hecho cruel y luctuoso sucedido en 1949, cuando un destacamento militar es enviado al sur del territorio invadido para despejarlo de intrusos y dejar el campo libre a los futuros colonos israelíes. Desde un punto de vista narrativo, la idea es excelente, desde luego, pero su realización resulta algo aburrida y hasta cargante, pues los hechos cotidianos se repiten hasta el cansancio. Mientras tanto, en una franja marginal de la escena que atisbamos con el rabillo del ojo, se produce la infamia, en la que interviene el regimiento entero con el permiso, implícito, y hasta la participación entusiasta del oficial que lo dirige y representa.
La segunda parte queda a cargo de una narradora que nació veinticinco años justos después de que tuviera lugar el hecho al que me refiero y alrededor del cual gira la narración. Pero, aunque consiste en una serie de actos aberrantes cometidos en la persona de una mujer inocente, el terrible suceso es una excusa para dar testimonio de la crueldad y desprecio que tiñe a diario desde hace décadas el territorio que se describe. También es un pretexto -este con mayor motivo- el detalle menor del título. Se trata del detonante que induce a la periodista a investigar, algo tan banal como que aquello sucedió en la fecha de lo que dos décadas y media después sería su onomástica. Pero la investigación -si es que puede llamarse así- se reduce a una serie de intentonas fallidas, estratagemas para poder pasar a las zonas prohibidas, movimientos sospechosos por su parte que son vigilados y a veces interceptados por las patrullas israelíes. En resumen, una constante frustración para la investigadora y quizá para el lector que no sepa ver hasta que punto esas idas y venidas condenadas al fracaso no son sino un recurso de la escritora para que nos situemos en territorio palestino, en la persona de sus habitantes incluso, y comprendamos la falta de libertad, la violencia, deshumanización y acoso que constituye su día a día. No hace falta descubrir lo que pasó aquel día, ya que de alguna forma la autora viene a decirnos que ese crimen -y cualquier otro- no son más que anécdotas, hechos banales, pues quienes conviven con ellos se acostumbraron hace mucho a presenciarlos.
Otra forma más de llamar nuestra atención, incluso de lograr que nos indignemos, ya que  tanta banalidad no es banal en absoluto y cualquiera que lea la novela y tenga la cabeza sobre los hombros lo sabe. No es normal que el jefe de un destacamento preste más atención a la limpieza de su ropa que a velar por la vida de sus prisioneros, como tampoco lo es que los habitantes de cualquier parte del mundo no puedan moverse libremente por su país, incluso que a la prensa se le impida hacer preguntas con el propósito de informar al público sobre lo ocurrido más de cincuenta años antes sin temer por la integridad física, libertad y hasta por la propia vida. 
Hay que saber leer entre líneas para desentrañar el mensaje que nos manda Shibli, aunque si lo hacemos la lectura dejará de ser amena y se convertirá en una experiencia bastante amarga. También habremos aprendido algo más del conflicto árabe-israelí, y si ya conocíamos lo que sucede allí a diario -no solo ahora, en tiempos de guerra sino desde mediados del siglo pasado- nos servirá para contemplarlo más de cerca.

TÍTULO ORIGINAL: Tafṣīl Ṯānawī (تفصيل) - PUBLICACION: 2017 - EN ESPAÑA: 2019 - EDITORIAL HOJA DE LATA - TRADUCCIÓN: SALVADOR PEÑA MARTÍN - PÁGINAS: 160

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