En la turba, de Laurent Mauvignier







No había oído hablar de Laurent Mauvignier hasta que tuve noticia de esta novela. Ahora sé que es un reconocido escritor francés, licenciado en Bellas Artes y reconvertido en escritor hace casi dos décadas, que tiene en su haber alrededor de diez novelas, una par de obras teatrales y otros tantos guiones televisivos, también que su novela más lograda hasta el momento se titula Hombres y, como la que nos ocupa, está traducida al castellano. De todo ello deduzco que he tenido mala suerte al elegir –o ser elegida– por una obra que no ha acabado de convencerme.
El argumento está basado en el hecho real y conocido por los aficionados, una catástrofe ocurrida a mediados de los ochenta en un estadio de Bruselas. No me gusta el futbol, tampoco conocía el suceso, aunque, por supuesto, habían llegado a mis oídos otros hechos luctuosos producidos, más o menos, por la misma causa, a saber, el talante fanfarrón y agresivo de ciertos sujetos pertenecientes a organizaciones ultras que acuden a los partidos con más ganas de enredar y ejercer su prepotencia que de contemplar un espectáculo y animar a los jugadores, que es a lo que deberían limitarse. Fue esta inquietud social, el afán por conocer cómo se genera el fanatismo y la mecánica que produce in situ ese clima aberrante que acaba invariablemente en drama lo que me movió a leer En la turba. (Por cierto, pienso que la traducción del título es nefasta: falsea el sentido original y en castellano no viene a decir nada concreto).
Como comenté hablando de Las chicas –novela de Enma Cline también reseñada en este blog–, siempre que un texto esté inspirado en hechos concretos, en hechos que fueron noticia en su día, ha de estar rigurosamente documentado. Eso no implica que no pueda novelarse todo lo que desconocemos por pertenecer a la vida privada de sus protagonistas, pero el lector ha de encontrar datos, hechos auténticos, saber qué pasó, cómo y por qué, dentro de lo posible. Cuando se quiere fabular prácticamente todo, lo correcto es tratar el asunto de una forma genérica, nunca concretar a qué nos referimos ni dónde o cuándo sucedió. En este caso, la narración debería versar sobre la cuestión de la violencia en el futbol sin mencionar personas o lugares específicos.
Por lo demás, el relato está bien resuelto. A cargo de varias voces que se alternan, refiere lo que ocurrió en el estadio, retrata a sus ¿auténticos? responsables y muestra de forma panorámica tanto al gentío de las gradas como a la multitud que esperaba fuera, aunque dejando en la sombra el origen de la avalancha y poniendo el énfasis en supuestos hechos marginales (como el robo de unas localidades) o en el retrato de individuos ficticios. Más adelante imagina, de forma intimista y convincente, cómo habrían transcurrido sus vidas, en qué sentido habría afectado a cada uno el suceso y cómo serían las relaciones entre ellos. El monólogo interior, así como el uso de condicional y futuro, resaltan esa idea de probabilidad, de que aquello que se cuenta no sucedió más que en la mente del novelista.
Tres años más tarde se celebra un juicio que suscita muchas reacciones y sentimientos pero por el que, una vez más, se pasa de puntillas. Solo queda claro –y es importante– que las declaraciones de los culpables y los testimonios de los testigos, junto a irregularidades y subterfugios varios, lograron lo increíble: que todos quedaran absueltos.
Debo reconocer que tanto la idea de culpa como la de tragedia consiguen calar en lo más hondo; de paso, se esboza la vieja amenaza de los totalitarismos que se cierne sobre Europa periódicamente.


DANS LA FOULE – PUBLICACIÓN: 2006 – (EN ESPAÑA: 2017 – NOCTURNA EDICIONES – TRADUCCIÓN: JUANA SALABERT – PÁGINAS: 400)

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