En defensa del error. Un ensayo sobre el arte de equivocarse, de Kathryn Schulz
-¡Ah! Pero, ¿equivocarse es un arte? Ahora me entero.
(Estupor de los lectores al toparse
con el subtítulo)
No es que se trate de un arte –deduzco–, lo que Schulz
viene a decirnos es que, ya que nos vamos a equivocar de todas formas –porque somos
humanos y los únicos que los hacemos, para bien y para mal, ya que no se
equivoca una piedra y tampoco un perro, ni un escarabajo pues ellos obedecen a
su instinto y bla bla bla etc. –como tenemos que equivocarnos, decía, vamos a
hacerlo con arte. O lo que es igual, intentemos aprender de los errores que si
se producen es para algo, tienen esa función, la de irnos enseñando a lo largo
de la vida. Dice la autora que los animales no se equivocan nunca y, por tanto,
eso del error es un privilegio de la especie, pero a mí todo esto me recuerda a
las cobayas, corriendo como locas en la rueda para alcanzar el alimento, junto
a un millón de perrerías más que les hacen a las pobres, total para teorizar
sobre el aprendizaje humano. Y eso por haber demostrado que son listas, capaces
de progresar mediante el método de ensayo y error, como nosotros.
Pero estoy divagando. Kathryn Schulz trata de explicar las
razones de que seamos tan tozudos, de que nos aferremos a una teoría errónea a
todas luces aunque tengamos la respuesta delante de los ojos, busca los motivos
que nos llevan a disertar con el mayor de los desparpajos sobre asuntos de los
que no sabemos nada o casi. Y es que esta seguridad la traemos de fábrica,
sirve para que podamos internarnos en terrenos más o menos resbaladizos, aventurarnos
a establecer hipótesis a partir de una experiencia limitada y, por tanto, tomar
decisiones y relacionarnos. En una palabra, sobrevivir en el medio que sea.
Utilizando su propia terminología, este sería el modelo positivo del error. Pero habla también de la cara opuesta,
la que nos disuade de adoptar una postura de suficiencia que no puede acarrear
nada bueno.
No estamos ante un tratado científico ni un manual de
autoayuda: se trata de un estudio serio, riguroso y muy bien documentado,
escrito con afán divulgativo. Esto implica un lenguaje asequible y ameno exento
de engorrosos cientifismos, repleto de ejemplos a cual más entretenido y con las
citas justas para situarnos en las coordenadas correctas (filosóficas y
psicológicas), además de algo de lo que no pueden presumir la mayoría de los trabajos
de este tipo, las repeticiones imprescindibles para recordar o puntualizar
algún concepto. Ni sombra del odioso lenguaje reiterativo que puebla las
páginas de muchos de estos ensayos y acaba pesando tanto que el libro se nos
cae de las manos o dan ganas de arrojarlo lo más lejos posible. Con este, en
cambio, os vais a divertir. Porque además de las mencionadas anécdotas, que encontrareis
intercaladas con la teoría, invita a reflexionar, relacionando esta con nuestras
vivencias personales. Y, sobre todo, porque Schulz no deja de dialogar con el
lector, con naturalidad y sin alardes, hasta convertirle en una suerte de
cómplice.
BEING
WRONG. ADVENTURES IN THE MARGIN OF ERROR
– PUBLICACIÓN: 2010 – (EN ESPAÑA: 2015 - EDITORIAL SIRUELA – COLECCIÓN EL OJO
DEL TIEMPO) - TRADUCCIÓN: MARÍA CONDOR – PÁGINAS: 368
"Dice la autora que los animales no se equivocan nunca"
ResponderEliminarPues el refranero español dice que "gato escaldado con agua fría se quema", que me parece un ejemplo perfecto de aprendizaje de un animal sobre un error cometido. En fin, en mi opinión solo por ese comentario que he rescatado de tu reseña la Sra. Schulz ha perdido toda credibilidad. Pretender que los animales son autómatas guiados por su instinto despacha de un plumazo todo lo que la Etología nos dice del comportamiento de nuestros compañeros terrícolas, de su forma de relacionarse con el medio que les rodea y de las distintas formas que tienen de adquirir conocimientos.
Hola Cities
ResponderEliminarNo me hagas mucho caso. En el párrafo que habla del asunto no he hecho otra cosa que ponerme a divagar sobre lo que me sugieren los comentarios de Schulz sobre el asunto. No era un crítica a sus palabras ni lo merece. Se trata de un ensayo riguroso y completo que, en este caso, ya en las últimas páginas, habla de los animales EN SU AMBIENTE NATURAL, sin denostarlos en absoluto, y yo, al ponerme a hablar de experimentos, probablemente haya distorsionado, sin pretenderlo, el sentido de sus palabras.
Transcrito un párrafo a modo de aclaración:
"Al fin y al cabo ¿qué otra entidad puede afirmar que se equivoca? (...) Y (hasta donde sabemos) tampoco ningún animal aparte de nosotros. Si hay un sentido en el cual el león yerra cuando salta demasiado pronto y se le escapa la presa, o un sentido en el que una lechuza se confunde en la idea que tiene del cielo nocturno, desde luego no tiene nada que ver con el sentido en el que nos equivocamos los seres humanos. Seguramente podemos decir que ningún león se ha reprochado nunca por haber cometido un error, ni ha adoptado una actitud defensiva por ello o la ha convertido en una divertida historia para contarla al resto de la manada. Ni, suponemos, hay ninguna variación entre la idea de una lechuza y otra de lo que es la noche..."
A su manera desenfedada, se refiere a dos características que, hasta ahora se piensa, solo tenemos los humanos: la conciencia de uno mismo (pienso luego existo) y la identidad individual (todos somos diferenets). Claro que, algo de esto hay también en el mundo llamado irracional y que falta mucho por conocer de la psicología animal, suponiendo que se tenga verdadero interés por investigarlo a fondo. A mí la cuestión me interesa, Suchlz solo la usa para demostrar la afirmación "errar es humano", tampoco creo que tenga sobre ella conocimientos profundos ni lo exige la materia que trata.