Vida y época de Michael K, de J. M. Coetzee
Cuesta
entrar en algunas novelas de Coetzee, pero luego cuesta salir. Eso, suponiendo
que se hayan leído hasta el final pues comprendo que habrá quien no las soporte.
Coetzee es duro, realista hasta rozar el naturalismo –o quizá sumergiéndose en
él hasta el fondo– no tiene la más mínima consideración con el lector, explora
las miserias más aberrantes de la naturaleza humana, desde la crueldad y el
despotismo hasta la degradación más absoluta. Y aunque parezca raro, creo que
estamos más dispuestos a tolerar lo primero que lo segundo. Con todo lo
indigesta que puede resultar Desgracia
–que está en singular, pero contiene muchas de ellas, casi todas concentradas
en el personaje principal– no puede compararse, creo, con la desolación que
experimentan los lectores de La edad de hierro o, sin ir más lejos, esta Vida
y época de Michael K. Al que, por cierto, por no respetar, no le respetan
ni el nombre de pila. Michael no se rebela porque es consciente de que tiene
las de perder en todos los casos. Es feo, enclenque, nació con el labio
partido, por no quererlo ni su propia madre lo quiere, tampoco tiene mucha
facilidad de expresión, no porque tenga ninguna tara mental, sino porque nunca tuvo la oportunidad de ser locuaz a causa de sus deficiencias en el
aparato fonador. Sin embargo, a fuerza de escuchar que es un pobre imbécil,
parece que llega a creérselo: si todos coinciden en afirmar algo será verdad,
¿no es así? Pues no, señores, no necesariamente. El único que acaba
comprendiéndole, y hasta admirándole, aunque le lleva su tiempo –tampoco es que
resulte fácil– es ese farmacéutico del campamento de Kenilworth, encumbrado a
médico por obra y gracia de la guerra. Esa guerra que lo impregna todo, hace
aún más difícil la vida y vuelve a la gente todavía más egoísta, arbitraria y
cruel de lo que era en tiempos de paz, si esto fuera posible.
“Las leyes de las naciones te tienen ahora atrapado: te han atado a una cama bajo la tribuna del antiguo hipódromo de Kenilworth, y si es preciso te harán morder el polvo. Las leyes son de hierro, Michaels, espero que lo vayas aprendiendo. Da igual lo que adelgaces, no te dejarán tranquilo. Ya no hay hogar para las almas universales, salvo quizá en la Antártida o en alta mar.”
Coetzee no
lo dice, pero veo claro que Michael es un joven negro que ha caído bajo el yugo
del imperio británico, tan blanco él, tan como mandan los cánones. Un hombre
que ha nacido con todo en su contra y al que ni siquiera permiten rebelarse,
por eso ni lo intenta, ya que no está loco ni es tonto. En otra circunstancia
bastante menos feroz que la descrita,
habría salido adelante, con sus defectos y sus cualidades, que las tiene. En
primer lugar la paciencia, luego, y no menos importante, la habilidad manual,
que ha podido desarrollarse gracias a su conocimiento de varios oficios y,
quizá por encima de todo, esa presencia de ánimo que es capaz de mantener por
encima de sinsabores y catástrofes. Con unos pocos trazos y sin especificar
demasiado, el autor ha creado a un personaje singular y, a la vez, al perfecto
arquetipo de todas las víctimas, sean cuales sean su naturaleza y circunstancias
vitales. A veces la resignación es la única respuesta del individuo ante un
medio decididamente hostil, y no saberlo suele traer resultados nefastos.
La novela, se lo pueden imaginar, no es tan simple como da a entender este resumen, pero ese es el mensaje fundamental que encuentro. Existen otros planteamientos, podríamos analizar cada personaje, situación, lugar, anécdota, consecuencias y causas de lo que se expone, podrían escribirse tratados enteros sobre un texto como este ya que tras su aparente simplicidad se esconde un entramado muy complejo. Pero baste con esto para abrir boca. Yo se la recomiendo. Excepto a los estómagos particularmente delicados, esos mejor que se abstengan. Léanla y luego, si quieren, pasen por aquí y cuéntennos lo que opinan.
TÍTULO ORIGINAL: LIFE AND TIMES OF MICHAEL K. - PRIMERA EDICIÓN: 1983 - EDITORIAL ESPAÑOLA: DEBOLSILLO - PREMIO BOOKER - TRADUCCIÓN: CONCEPCIÓN MANELLA JIMÉNEZ - PÁGINAS: 192
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