Un jinete en el cielo, de Ambrose Bierce
El tiempo actúa para bien o para
mal sobre las personas y las cosas. “Nadie
se baña dos veces en el mismo río” dijo Heráclito y si alguno ha refutado
este hecho fue Parménides, que además de filósofo debía ser un poco testarudo.
El tiempo arregla, calma, pero también erosiona y pudre. En relación con lo
literario, el tiempo es el gran aliado del lector, pues suele poner a cada uno
en su sitio. Aún así seguimos empeñados en leer novedades, porque es necesario
estar al día pero también por la enorme presión que ejerce la propaganda
editorial sobre nosotros. Por eso, cuando releemos a algún clásico y recordamos
la impresión que nos causó la primera vez deberíamos tener en cuenta que si,
siglo tras siglo, se sigue editando a esos autores es porque son magníficos y
que de esos que tanto admiramos no pasará a la historia más que un ínfimo
porcentaje. Pensaba en esto después de echar una ojeada a este relato corto de
Bierce. ¿Aún no conocen a Bierce? Pues eso tiene remedio: corran a la librería
más cercana y busquen alguna obra suya, o encárguenla si no hay ninguna
disponible. No sería nada raro, me parece asombroso, además de un gran
desperdicio, lo pronto que olvidamos a los genios.
Ambrose Bierce nació en Ohio, allá
por 1842. El año de su muerte no está claro, probablemente en 1913 o 1914. Fue
militar, columnista satírico y cuentista de gran mérito. También publicó un Diccionario del Diablo, un conjunto de
definiciones en las que no deja títere con cabeza. Su sentido crítico raya en
la crueldad alguna vez, pero lo compensa su sentido del humor y esa facilidad
que tenía para dar en el clavo fuera cual fuese el asunto a tratar. No le iban
las historias sencillas ni plácidas, eso es indudable, prefería meter el dedo
en el ojo al objeto de su atención y le atraían asuntos como la crueldad, la
violencia, la guerra con sus actos despiadados o heroicos y ese tipo de bagatelas. Supongo que alguien que ha
combatido en el frente ve la realidad de otro modo y no me cabe duda que si
estuviera vivo y pudiera tomarme un café con él nos pondríamos a discutir en
menos de cinco minutos.
Pero al margen de su ideología, destaco
la genialidad con que, por una parte, conduce al lector por los derroteros que
le viene en gana, por otra, fabrica relatos redondos, llenos de matices y muy
expresivos, a veces en muy poco espacio. Este que comento tiene como escenario
la guerra, un asunto que le preocupaba y que le servía para hablar de otras
cuestiones ya que para él era una metáfora de la existencia. La pieza Un jinete en el cielo narra en menos de
diez páginas una anécdota bélica que se desarrolla fuera del frente, pero antes
nos ha explicado la situación familiar y personal del protagonista, así como el
motivo por el que toma la decisión que constituye el núcleo del relato y que,
naturalmente, no voy a contar aquí. (He dicho que tienen que leerlo. ¿Sí? Pues lo
repito). Y lo hace de forma tan magistral que sitúa al lector ante tres puntos
de vista distintos: el soldado que acabo de mencionar, el jinete que observa un
barranco a sus pies y un observador cualquiera. Por si fuera poco, el cuarto
personaje (un oficial) recibe noticias del suceso de boca de su subordinado, y
todavía hay un quinto que interroga a nuestro protagonista recibiendo la
respuesta más inesperada posible y que es clave en todo el argumento. Y es que,
si sus tramas en sí mismas ya nos parecen excelentes, Bierce es el maestro de
maestros construyendo finales sorpresivos. Ya me dirán si tengo o no tengo
razón.
TÍTULO ORIGINAL: A HORSEMAN IN THE SKY - VARIAS EDICIONES - PÁGINAS: 90 (aprox.)
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