Un guiso de lentejas, de Mary Cholmondeley


En esta época nuestra tan descreída como desesperanzada, nos extraña que una novela -sobre todo si no solo está exenta de gazmoñería sino que se trata de una sátira feroz hacia, prácticamente, todos los estamentos de la sociedad británica de entonces- acabe con una frase como esta:

"Cuando somos jóvenes, pensamos que los enterramos en el cementerio de nuestro corazón, pero la hierba nunca crece hasta cubrirlos. ¿Cómo, pues, puede ser triste la vida cuando caminan junto a nosotros bajo la luz hacia el Día de la Perfección"

En fin, cursiladas de la época. El fragmento forma parte de un brevísimo posfacio y les aseguro que este no es el tono que predomina en el texto, es más, juraría que con este final la autora pretende redimirse de alguna forma de toda la mala baba -muy justa y razonable, por cierto- que ha ido vertiendo párrafo tras párrafo. De hecho, tuvo problemas para publicar, incluso teniendo la precaución de asesorarse por un venerable miembro de la iglesia. Y es que el ambiente que describe era el medio en el que ella se movía, y probablemente el único y estrecho mundo que había conocido nunca. Pero su mente era una aguda lupa para observar y un telescopio para ver más allá de su horizonte. Con estos mimbres, se le puede achacar cierto maniqueísmo, ya que unos personajes son mezquinos, egoístas y aferrados a prejuicios sin fundamento, mientras otros tienen la mente abierta e intentan vivir su vida sin perjudicar a sus vecinos. Pero también hay quien se mueve entre dos aguas y, sobre todo, las personalidades están tan bien dibujadas que todo se justifica, son mucho más que estereotipos, y a veces, a pesar de las diferencias de contexto, nos recuerdan a personas concretas.   

Confieso que me ha resultado fácil ponerme en la piel de la autora, percibir sus intenciones, intuir que lo corrosivo de ciertos retratos tenía límites muy claros que no podía traspasar, la he visto reírse de lo que había escrito y luego tachar una escena concreta o modificar alguna palabra. Ella sufrió en su persona algunos de esos prejuicios, pues su agudeza mental no era valorada debido a su sexo y su físico -lo único a tener en cuenta-  no debía estar de moda por entonces. Atisbamos estos rasgos repartidos entre varios personajes. suponemos en ella cierta amargura pero también un enorme orgullo por unas dotes de observación y un raciocinio que no abundaban en su círculo. Ni en ninguno, si nos ponemos estrictos, porque en esto los tiempos no cambian.

Da igual cuánto tenga de autobiográfico, quien quiera puede indagar en su vida, pero el hecho es que lo tiene, y no poco. Una joven escritora, cuya primera novela ha obtenido gran éxito de público, es invitada por su hermano clérigo y su esposa a pasar una temporada con ellos pues piensan que allí encontrará el ambiente adecuado para trabajar más cómodamente. El matrimonio e carca hasta decir basta incluso para aquella época, y machista, por supuesto, y extremadamente envidioso. Él por su parte, está muy pagado de sí mismo, se cree un auténtico genio, y la incondicional admiración de su mujer, además de parte de su feligresía no hace sino alimentar esta idea.

Desde el principio surgen los ataques, les molesta todo lo que hace la joven, ya que no coincide cien por cien con sus costumbres, tan rígidas como arbitrarias. Ni siquiera hablamos de moral, sino de horarios de comida y estupideces por el estilo. Ella no se puede concentrar con el ruido de la casa, por ejemplo, tiene que escribir hasta altas horas y luego se levanta tarde, como es lógico. Bien, pues la bronca ya está liada pues, además, esos engendros que ella escribe no le llegan a la suela del zapato al maravilloso proyecto que el buen rector tiene en mente. Por supuesto, que no se han dignado leer nada, ¿para qué? si ya saben que no merece la pena.

El conflicto va in crescendo y acaba con una soberana metedura de pata de aquel que gobierna con mano justa, tanto su grey como a toda su parentela. Un auténtico drama que, después de todas las angustias que hemos visto pasar a la pobre chica para sacar su obra adelante, nos deja sobrecogidos y con ganas de que el cura se lleve un buen escarmiento.

No menciono al resto de personajes para no alargarme demasiado, también porque es mejor que ustedes los descubran. Les aseguro que se van a divertir, incluso tomarán cariño a más de uno. Entre todos ellos forman un buen panorama de la época y del lugar dónde se ubica la acción, aunque es fácil estrapolarlo a cualquier sociedad, incluida la nuestra, sea cual sea el momento y país desde el que me estén leyendo, no solo porque la gente no cambia, también por los temas tratados (diferencias de clase, pretensiones de ascenso social, prejuicios religiosos y de todo tipo, amistad versus  homosexualidad femenina etc.)  están plenamente vigentes.

La verdad, sorprende un poco que una bofetada así a los convencionalismos del momento pudiera ser publicada en vida de la autora y, para colmo, tener bastante éxito. Pero, como ya he dicho, Cholmondeley tomó sus precauciones, lo que no pudo evitar es ser injustamente olvidada años después. Pero soy optimista y confío en que, más pronto que tarde, se ponga remedio a esta injusticia.


TÍTULO ORIGINAL: RED POTAGGE - PUBLICADA EN 1899 - EN ESPAÑA: 2019 - EDITORIAL ESPAÑOLA: NOCTURNA EDICIONES - TRADUCTOR: RICARDO GARCÍA PÉREZ  - PÁGINAS: 488

Comentarios

  1. Tenga puntos de autobiografía o no, parece muy interesante.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Te lo vas a pasar pipa, tan buena o mejor que Austen y muchísimo más divertida, además de moderna. Parece escrito ahora y ambientado tiempo atrás.
    Tu opinión será bienvenida estés de acuerdo o no 😀

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Explícate: