Yo confieso, de Jaume Cabré


Hace ya unos meses que terminé esta novela, a ella le ha dado tiempo a reposar en mi cabeza y a mí a rumiar y acabar asimilando lo que Cabré nos cuenta, que no es poco ni trivial. Para empezar, se me ocurre que nos echan a este mundo con un pequeño equipaje (educativo, afectivo etc.) y cada cual tiene que arreglárselas como puede, buscar su camino, sobrevivir en un palabra, tanto material como psicológicamente. Y si, además, logramos ser razonablemente felices, mejor que mejor. Pero el ser humano es inconformista por naturaleza, y por muy bien que le vaya, en cualquier sentido o en todos, siempre le quedará un pequeño o gran reducto de insatisfacción. Y es que lo queremos todo, mejor dicho, cuanto más tenemos más queremos. Somos así. Y todo iría bien si fuéramos capaces de gestionar razonablemente este rasgo humano, que puede hacernos muy infelices si nos empeñamos en alcanzar lo inalcanzable.

Esto es lo que me sugiere la vida de los dos personajes principales de la novela, uno más razonable que otro en lo que a objetivos vitales se refiere. Ustedes juzgarán cuál de las dos, a cual más ambicioso, tiene aspiraciones realizables y quien es el iluso. Aunque quizá deba hablar de perfeccionismo, ya que sus objetivos están más cerca de lo espiritual (intelectual y artístico) que de lo puramente económico.

Nuestro personaje central -al que acabaremos tomando cariño y echando de menos cuando desaparezca de alguna de las formas posibles (observen que estoy dando pistas y guarden el dato en la memoria)- se llama Adrià Ardèvol, y es hijo único. Entre Bernat y él se establece una relación que abarcará toda su vida y que, más que amistosa, puede considerarse fraterna. Ese es el hilo central y estos los principales personajes, pero el argumento desagua en afluentes varios sin aviso previo de forma tan brusca que solo entenderemos de cuál de ellos se trata por el contexto y los nombres de pila. Y es que son tantos y tan enrevesada una trama que se desarrolla en diferentes períodos históricos (a saber: la Edad Media, segunda década del siglo XX, mediados del mismo siglo, Segunda Guerra Mundial, Siglo de Oro, lIustración, y aún puede que me deje algo) con un alter ego de Adrià que los aglutina de alguna forma, que el autor ha creído necesario elaborar un dramatis personae que ocupa varias páginas y puede servirnos de guía cuando no recordemos de qué personaje se habla o en qué época nos hallamos en ese momento.

El segundo en importancia es ese tal Bernat Plensa al que me he referido antes. No podemos hablar de protagonismo compartido, pero aclaro que se trata de alguien solo un poco menos relevante que su colega, tanto literariamente como desde el punto de vista argumental, siempre detrás de él pero pisándole los talones, reflejándose en su estela, envidiándole y sin embargo siempre fiel o casi, aunque con un resquemor muy sutil que solo se evidencia en ocasiones. Lo que les une en un principio son las clases de violín y la profesora que comparten, lo que les mantiene sólidamente anclados durante décadas es la mutua admiración, el ansia de superación de ambos y una rivalidad que, como digo, no es del todo recíproca.

Al violín -así, en general, y a un violín muy particular y valioso- podríamos considerarlo el tercero en importancia, pero también el protagonista no humano e hilo conductor de todos los episodios, tanto históricos como actuales, desencadenante de traiciones, estafas y hasta muertes que nos van a mantener en vilo hasta el final. Un desenlace, por cierto, tan sorprendente como incierto, que no desmerece en absoluto el alto valor narrativo de todo lo que le precede, que es mucho, en cantidad y calidad. Prepárense, pues, para disfrutar de un sinfín de aventuras que les mantendrán pegados a sus páginas. Advierto que si tienen problemas de insomnio alejen su ejemplar de la mesilla de noche, ya que Cabré ha compuesto una trama que nos lleva de sorpresa en sorpresa sin darnos apenas tregua, cambiando constantemente el foco, una trama ciertamente adictiva aunque no sencilla de seguir. Que haya que mantenerse muy atento para no perderse es un rasgo que disuadirá a algunos, se convertirá en el gran aliciente para otros y constituye uno de los méritos de un autor ciertamente interesante.

"Esta larga carta que te he escrito ha llegado al final. (...) Después de tantos días intensos, ha llegado el descanso. Entrada de otoño. Madrugada, final de balance. Ahora es mañana para siempre. (...) me he asegurado de que en las próximas horas habrá un descenso súbito de las temperaturas y chubascos esporádicos. Me ha hecho pensar en la Szymborska, que decía que aunque el sol predominaría en la mayor parte del territorio, a los que sigan vivos todavía les será muy útil el paraguas. A mí, por descontado, no me hará ninguna falta."

Y es que, efectivamente, todo lo escrito hasta el momento no es más que una larga carta que Adrià dirige el tercer ser humano en importancia narrativamente hablando, Sara, su gran amor, tan amenazado por la tragedia como todas las relaciones que se describen. Sin embargo, no es aquí donde se baja el telón. El mensaje oculto entre todo ese montón de páginas se ha ido desvelando poco a poco, pero aún queda rizar el rizo y dejar pasmado al lector. Quien conozca la novela ya sabrá que me estoy refiriendo a la maldad inherente al ser humano, aunque queda más que claro que no afecta a todos por igual e incluso algunos, muy pocos, parecen haber nacido sin ella. Naturalmente, el fantasma de Arendt planea sobre la Historia y las historias, incluso se la menciona en algún momento para que no nos quede duda de que la coincidencia de planteamientos no tiene nada de casual y, si bien, las teorías respectivas difieren, las preguntas que ambos autores plantean son más o menos las mismas.


TÍTULO ORIGINAL: JO CONFESSO - TRADUCCIÓN DEL CATALÁN: CONCHA CARDEÑOSO SÁENZ DE MIERA - PUBLICACIÓN: 2011 - EDITORIAL: DESTINO  - PÁGINAS: 864

Comentarios

  1. De las novelas que más me han impactado, con esa narrativa tan especial.

    Un abrazo, y gracias por compaartir.

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  2. Mira, por fin uno que hemos leído las dos, y estamos de acuerdo además.

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