Un libro de mártires americanos, de Joyce Carol Oates





Otro año sin recibir el Nóbel, esto ya pasa de castaño oscuro, se lo digo de verdad. ¿Saben ustedes cuántos años tiene Oates? Pues nació en 1938, así que echen la cuenta. Que siga publicando como si estuviera en la cima de su carrera es porque lo está -ya que esta tiene una cima muy amplia, mucho más que la de la mayoría de creadores- no porque sea joven precisamente. Lo previsible es que los suecos no lleguen a tiempo, si es que alguna vez han tenido intención de dárselo. Hay otros que se lo merecen tanto como ella, es cierto, pero quizá sean todos más jóvenes, no me he puesto a comparar; y algunos que ya lo han recibido, estando muy por debajo de ella en cantidad y calidad de producción. Porque esta autora, así, silenciosamente, me da la impresión, como una hormiga hacendosa, ha creado todo un mundo repleto de personajes tan vívidos que casi se salen de las páginas. Porque escribe mucho, muy elaborado, muy prolijo, y ameno no obstante. Porque nos creemos lo que nos cuenta y acabamos formando parte del mundo que nos muestra. Porque escribe unos tochos que pueden disuadir a primera vista y que cuando empezamos no podemos soltar. Porque se le denomina la eterna candidata, pero va a dejar de serlo más pronto  que tarde como los miembros de la academia sueca no espabilen de una vez por todas.

Dicho esto, abordemos la novela. En el arranque encontramos a un personaje tan peculiar como puede serlo cualquier fundamentalista, algo lunático por cierto, que en realidad sigue unas pautas marcadas previamente por quienes hicieron de las suyas antes de que el llegase a sus mismas conclusiones: a saber, que el mundo está echado a perder, que urge salvarlo y que quién mejor que él para llevar a cabo esa importantísima misión. Se llama Luther Dunphy,  y protagoniza una escena dantesca que tiene lugar en una clínica. Alrededor de ese momento, de sus implicaciones de todo tipo y de las ideologías subyacentes a favor y en contra gira toda la novela, pero no crean que ahí queda todo: su riqueza de planteamientos y matices es inabordable en un artículo como este y tampoco tengo intención de destriparla. (Por cierto, si alguien se lo pregunta, creo que el término spoiler está pasado de moda, es mucho más expresivo el que yo uso, y además made in Spain, jeje).

A partir de la aparición estelar del sujeto en cuestión se quebrarán dos familias, sus miembros vivirán un trauma que les marcará de por vida y que, sobre todo a los más jóvenes, les privará de las referencias imprescindibles dejándoles para siempre sumidos en un mar de preguntas sin respuesta. Una es la del tal Dunphy, la otra la de Augustus Voorhees, el médico que tuvo la mala suerte de cruzarse en su camino. Pero lo realmente escalofriante, aparte del hecho en sí mismo, es el punto de vista que Oates elige para contárnoslo, pues nos coloca en la cabeza del asesino y deja que sigamos el curso de su fanático flujo de conciencia.

Sin embargo esta no es una novela de tesis, ciertamente aborda asuntos tan candentes como la pena de muerte y el aborto, pero la red de relaciones y trayectorias resulta casi tan compleja como la vida real. Con el tiempo, las tramas se entrecruzan, conocemos a otros muchos personajes, unos más relevantes que otros, la perspectiva cambia una y otra vez así como las cuestiones que se plantean en cada momento y que siguen de plena actualidad. Finalmente, dos personajes se van enfocando cada vez más de cerca, son Dawn y Naomi, las hijas de los mencionados, que llegan a la adultez como pueden y tratan de reconducir sus vidas, cada una a su manera y como sus inclinaciones les dan a entender. A este respecto, ya dije en otro sitio -hace una eternidad- que aplaudo cada palabra de Oates menos, precisamente, las últimas. Me parece que ese desenlace no está al mismo nivel que el resto, que parece haber escogido un camino fácil, tópico y, sobre todo, sentimentaloide.

¿Qué quién soy yo para corregir a la gran dama de las letras? Pues nadie, pero hasta al mejor escribano se le escapa un borrón que dice el viejo refrán, y yo, con toda la humildad, opino que este es el caso. Naturalmente, se admiten discrepancias.


TÍTULO ORIGINAL: A BOOK OF AMERICAN MARTYRS - PUBLICADA EN 2017 - EDITORIAL ESPAÑOLA: ALFAGUARA - TRADUCCIÓN: JOSÉ LUIS LÓPEZ MUÑOZ  - NÚMERO DE PÁGINAS: 824

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