El color púrpura, de Alice Walker

 


"Dios ama todo lo que amas tú, además de otras cosas. Pero lo que más le agrada es la admiración. ¿Quieres decir que Dios es vanidoso? Noo; vanidoso, no. Pero le gusta compartir lo bueno. A mí me parece que Dios se mosquearía si, al pasar por un campo, no vieras el color púrpura. ¿Y qué hace Dios cuando se mosquea? Oh, seguramente buscar otra forma de agradarte." 

"Tan ocupada estaba pensando en Él que no me daba cuenta de las cosas que ha hecho. Ni de la espiga de trigo (¿cómo las hará?), ni del color púrpura (¿de dónde habrá salido?). Ni de las flores silvestres. Ni de nada."

Llama la atención que una obra que denuncia, entre otros asuntos, el racismo, ponga la palabra color al frente, como emblema, formando parte de un título de solo tres términos. Y que el tono al que se refiere no es blanco, negro ni ninguno que tenga que ver con la piel del ser humano, sino el púrpura. Este color, junto con el rojo son para Celie, nuestra entrañable protagonista, los más bonitos que la naturaleza -es decir, Dios, ya que sus creencias son inamovibles-  ha tenido la gentileza de crear. Y es que ella ha sufrido desde niña todo tipo de abusos, ha trabajado más allá de sus fuerzas, se le ha arrebatado hasta el mínimo derecho, es la más pobre en un mundo de pobres a quienes sirve porque ese es el destino que le toca, y sin embargo es capaz de encontrar motivos para disfrutar de lo poco que le ofrece la vida. La belleza de los campos, con sus colores y formas, la complicidad, el amor incondicional por su pequeño núcleo de seres queridos, la paz que es capaz de sentir y generar en otros, la ausencia de odio a pesar de tener motivos de sobra. Me parece todo un arte esa felicidad innata que irradia, esa mirada selectiva gracias a la cual disfruta de todo lo bueno, los colores, por ejemplo, aunque el de su piel sea una de las causas de su marginación. La otra es su sexo, pero nos quedaríamos muy cortos si pensásemos que la novela es solo un alegato contra el racismo y el machismo.
Son tantos, tan profundos y complejos los temas que se tratan en El color púrpura que es preciso englobarlos en un solo concepto si queremos comprenderla mínimamente. Dominación es lo primero que me vino a la cabeza: de los ricos a los pobres, del hombre blanco hacia la negritud afroamericana, de los países colonialistas hacia el continente africano, de los hombres hacia las mujeres. Pero sigue siendo insuficiente, porque la rotunda respuesta de nuestro personaje convierte todo lo que narra en algo distinto, su mente consigue hacer bello hasta lo más sórdido, alegrar y organizar la vida de muchas personas que se hubieran sentido perdidas sin ella. Celie transrforma lo feo en bello porque ella es la belleza en un cuerpo sin gracia, por eso pienso que el gran tema que Walker ha dejado en estas páginas y al que están subordinados todos los demás que aborda, es sin lugar a dudas la dignidad. La de ella y la de todos esos personajes que, a pesar de los pesares, quizá solo por dentro pero por encima de todo, viven su vida con la cabeza bien alta.
Esto, tal como lo cuento, puede sonar a moralina, pero nada más lejos. Walker expone con crudeza la vida de una mujer negra  desde la pubertad hasta la madurez -sin interferir con ideas que lastrarían el relato permitiendo a los lectores formarse su propia opinión-, mejor dicho, de dos hermanas nacidas en Georgia, un estado del sur de Estados Unidos, a quienes la vida separa demasiado pronto aunque intentarán comunicarse por carta. Son muchas las que se escriben a lo largo de los años, pero que estas acaben alcanzando sus respectivos destinos resulta altamente improbable. El argumento avanza una epístola tras otra, en ellas Celie describe aguda, ingenua y emocionadamente las circunstancias de su vida tal cómo esta va aconteciendo. No parece nada fácil conciliar la simplicidad del personaje con la exactitud del panorama social y el preciso diseño de los secundarios, que son muchos y con personalidades complejas, pero Walker lo consigue plenamente, y ese es uno de sus grandes logros. 
No podemos hablar de novela coral pues la trama entera gira alrededor de Celie, incluso es ella la narradora principal, aunque su hermana Nettie toma la palabra a veces para describirnos su vida como activista en un poblado africano. Esta rama paralela sirve sobre todo para caracterizar al personaje y también para que no lo perdamos de vista, aunque de paso denuncia la brutalidad de un colonialismo que se aprovecha de los indígenas, les despoja de sus pertenencias y acaba expulsándoles del lugar al que pertenecen..
En medio de tanta desolación se incluyen algunos elementos amables que contribuyen a hacer un poco más fácil la existencia de esas mujeres, abusadas y apaleadas en todos los sentidos. Por encima de todo, la complicidad que desarrollan entre ellas, y que, muy poco a poco, ayuda a que la balanza se vaya inclinando a su favor. Quizá, para mi gusto, a la autora se le haya ido la mano un poco en el desenlace, pues las piezas encajan demasiado bien y con un sesgo optimista que no concuerda en absoluto con la crudeza de todo lo anterior. De cualquier forma El color púrpura es una obra tan amada como odiada, tan descarnada como polémica, que no dejará a nadie indiferente.


TÍTULO ORIGINAL: THE COLOR PURPLE - PUBLICADA EN 1982 - EN ESPAÑA: 1983 - PREMIOS PULITZER Y AMERICAN BOOK ATWARD 1983 - EDITORIAL ESPAÑOLA: PLAZA & JANÉS - TRADUCCIÓN: ANA MARÍA DE LA FUENTE  - NÚMERO DE PÁGINAS: VARIABLE, EN TORNO A LAS 250

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