TEXTOS. Política de bloques
"También habían visto
cadáveres de niños, velludos como ellos, amontonados como chatarra, rígidos y
herrumbrosos, sobre una playa, y unos hombres que vertían petróleo sobre los
niños y encendían hogueras.
-Una hambruna en la
provincia de Bachifoil en la nación de Thu –había dicho la voz del relator-.
Los cuerpos de los niños muertos de hambre y enfermedades son cremados en las
playas.
(…)
Un primer plano de la
hora de la comida: bocas delicadas mascando y sonriendo, manos suaves tendidas
hacia manjares suculentos apilados en fuentes de plata. Luego, otra vez, el
rostro ciego y obtuso de un niño muerto, la boca abierta, vacía, negra, reseca.
(…)
-¿Qué edad tendrán esas
películas? –dijo Tirin-. ¿Serán anteriores a la Emigración o contemporáneas?
Nunca lo dicen.
-¿Qué importa? –dijo Kvetur-.
Así vivían en Urras antes de la Revolución Odoniana. Todos los odonianos
emigraron y vinieron aquí, a Anarres. Así que probablemente nada ha cambiado…,
todavía siguen en eso, allá. –Señaló la gran luna verdeazul.
-¿Cómo podemos saberlo?
-¿Qué quieres decir,
Tir? –preguntó Shev.
-Si esas películas
tienen ciento cincuenta años, tal vez ahora en Urras las cosas sean muy
diferentes. No digo que lo sean, pero si
lo fueran ¿cómo lo sabríamos? No vamoa a Urras, no hablamos, no nos comunicamos
con ellos. En realidad, no tenemos ninguna idea de cómo es hoy la vida en
Urras.
-La gente de la CPD lo
sabe.
(…)
-Quizá los de la CPD
estén informados, pero no nosotros.
-¡Informados! –dijo Kvetur-.
He oído hablar de Urras toda mi vida! ¡Me importa un bledo si nunca más veo una
fotografía de las asquerosas ciudades urrasti y de los cuerpos grasientos de
las mujeres urrasti!
-De eso se trata
precisamente –dijo Tirin con el júbilo de quien se atiene a una lógica-. El
material sobre Urras accesible a los estudiantes es siempre el mismo. Repulsivo,
inmoral, excrementicio. Pero piensa un poco. Si ese mundo era tan malo como
dicen cuando emigraron los Colonos, ¿cómo ha logrado sobrevivir ciento
cincuenta años? Si estaban tan enfermos, ¿por qué no se han muerto?
(…)
-¿Estás tratando de
decir que la CPD y el Sindicato de Material Educativo nos mienten sobre Arras?
-No, dije que solo
sabemos lo que ellos dicen. ¿Y sabéis qué nos dicen? (…) Vosotros lo oísteis:
detestad a Urras, odiad a Urras, temed a Urras.
-¿Por qué no? –preguntó
Kvetur-. ¡Ya ves cómo nos trataron a nosotros, los odonianos!
(…)
…Apuesto a que ni bien
se desembarazaron de nosotros, se pusieron a organizar gobiernos y ejércitos
con más rapidez que antes, porque no quedaba nadie que lo impidiese. Si les
abriésemos el Puerto, ¿crees que vendrían como amigos y hermanos? ¿Ellos mil
millones, y nosotros veinte? Nos exterminarían o nos convertirían a todos…,
¿cómo se dice, cuál es la palabra…, en esclavos, ¡y trabajaríamos todos para
ellos en las minas!
-Está bien. Admito que quizá es prudente temer a Urras.
Pero ¿por qué odiar? El odio no es funcional. ¿Por qué nos lo enseñan? ¿No será
porque si realmente supiéramos cómo es Urras nos gustaría…, algo de allá, a
algunos de nosotros? ¿Qué la CPD no solo quiere impedir que ellos vengan
aquí, sino también que algunos de aquí quieran ir allá?
-¿Ir a Urras? –dijo Shevek,
desconcertado.
(…)
-¿Quién querría ir a
Urras? –inquirió- ¿Para qué?
-Para averiguar cómo es
otro mundo. ¡Para ver cómo es un caballo!
… ¿Y qué” ¡Nosotros
tuvimos la suerte de nacer aquí!
-Si somos mejores que
todas las otras sociedades humanas –dijo Tirin-, entonces tendríamos que
ayudarlas. Pero nos lo prohíben.
-¿Prohíben? Una palabra
inorgánica. ¿Quién prohíbe? (…) Acaso nos retienen aquí por la fuerza? ¿Qué
fuerza…, qué leyes, qué gobiernos, qué policía? Nada ni nadie. Sólo nuestro
ser, nuestra naturaleza de odonianos. (…) nuestra naturaleza común es la de ser
odonianos, mutuamente responsables. Y en esta responsabilidad se funda nuestra
libertad. Eludir la responsabilidad equivaldría a dejar de ser libres. ¿Te
gustaría de veras vivir en una sociedad en la que no hubiera ninguna
responsabilidad, ninguna libertad, ninguna opción, a no ser la falsa opción de
la obediencia a la ley, o la desobediencia seguida del castigo? ¿Querrías
realmente vivir en una cárcel?
(…)
-De todos modos, lo que
dice Tir es válido. Sería bueno estar seguros de que sabemos toda la verdad
acerca de Urras.
-¿Quién
crees que nos está mintiendo? –preguntó Shevek.
Bedap enfrentó
serenamente la mirada de Shevek.
-¿Quién,
hermano? ¿Quién sino nosotros mismos?"
Los desposeídos (1974) - Ursula K. Le Guin
Cap. 2: Anarres
– (pgs. 59-63)
Traducción: Matilde Horne
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