En la colonia penitenciaria, de Franz Kafka


“Con cierta incredulidad al principio, pero con una certeza que va rápidamente en aumento, nos damos cuenta de que nada de lo que estamos leyendo podrá ser olvidado luego, como si nos lo hubiesen escrito en la piel, al igual que En la colonia penitenciaria".



Parece ser que el autor se arrepintió de haber escrito este relato y aún más de haberlo leído en público. Parece ser que hubo desmayos durante la sesión, gestos de angustia etc. Y lo digo así, con un deje de duda, porque tratándose de Kafka no puede saberse si las manifestaciones que han quedado son fiables del todo, empezando por los propios textos, depositados -aunque no en este caso- en manos de su amigo Max Brod, quien pudo modificarlos a su gusto. No sabemos si lo hizo o no, pero si existen dudas sobre la fiabilidad de lo escrito, imaginen si podemos creer las anécdotas tal como se contaron por entonces. 
En cualquier caso, y a pesar de la opinión de quien creó todo un magnífico corpus literario, esta pieza me parece una obra maestra aunque difícil de digerir para estómagos delicados como el mío. Si he llegado hasta el final es porque merece la pena: por su significado, su ejecución, la sabia disposición de los elementos materiales y humanos en una intachable jerarquía y otro montón de cualidades que no seré yo quien descubra a estas alturas. Pero me ha costado, quede claro, llegar hasta el final y, a pesar de su tamaño, he tenido que hacer varias pausas sin saber muy bien si lo iba a abandonar en algún momento. No me extraña, pues, que la acogida fuese traumática, ya que, por una parte, los asistentes al acto tuvieron que tragarse de un tirón toda la truculencia de la historia mientras yo he podido dosificarla a mi gusto, por otra, vivimos en una época en que, a diferencia de aquella, estamos curados de espanto. Unos más que otros, naturalmente, pero existe una moda gore desde hace décadas y todos hemos visto escenas en la pantalla inimaginables por entonces.
Tanto es así, que al acabar de leer decidí firmemente no escribir este artículo, han tenido que pasar varios días de lenta asimilación para atreverme, siempre avisado al lector, de que, tanto la situación en sí misma, como los personajes y las crudas descripciones son, sin paliativos, crueles. Si esto es así, ¿cuál era el propósito de quien ideó esta corta pero compleja maquinaria narrativa que describe una endiablada maquinaria física y una maquinaria penitenciaria refinadamente perversa? Pues justamente lo contrario, se trata de una crítica, eso está más que claro. ¿Qué se le fue de las manos en su entusiasmo por reflejar lo que aborrecía? Pues probablemente sí, pero de medias tintas y autocensuras suelen resultar obras mediocres y, desde un criterio puramente artístico, sostengo que merece la pena. Quien no quiera pasar por ahí que no lo haga, yo ya he avisado.
He leído que este relato se aparta radicalmente de la narrativa de Kafka en su conjunto. Ignoro si esta opinión es mayoritaria y si quien la defiende tiene buenos argumentos, pero no puedo estar de acuerdo. Es verdad que el texto le salió más crudo y explícito de lo acostumbrado, pero este es un rasgo muy superficial. En el fondo este autor, quizá más claramente que otros muchos, cuenta una y otra vez una única historia cuyo sadismo es incuestionable a poco que profundicemos, y esta nace de unas obsesiones que le acompañaron desde siempre. También la forma de contarlo es la misma en esencia. Yo definiría su literatura como un artefacto frío como el hielo, estructuralmente perfecto, aparentemente sin alma, que con precisión matemática desvela, por contraste, toda la miseria humana, las contradicciones, la arbitrariedad, el dolor y la injusticia. Y eso ocurre aquí, en concreto, contemplando ese artilugio infernal cuya desapasionada y minuciosa descripción nos pone los pelos de punta, observando de cerca las imprevisibles, incluso cuestionables, reacciones de los presentes, imaginando la personalidad de quienes quedan en la sombra y que, sin embargo, son los realmente relevantes. Hay un reo, cuya culpa ni él mismo conoce, un ejecutor y su auxiliar, un testigo que impone respeto y dos comandantes fuera de escena, uno en activo, fallecido ya el otro (afortunadamente, diría yo), cuyos conceptos de la justicia son diametralmente opuestos.
¿Que si voy a contar algo más? No, por cierto: con esto tienen más que suficiente. Dar más pistas anularía el efecto sorpresa que, no le demos más vueltas, siempre es un plus.


TÍTULO ORIGINAL: IN DER STRAFKOLONIE - ESCRITO EN 1914 - PUBLICADO EN 1919 - CLÁSICO: VARIAS EDICIONES

Comentarios

  1. Buenos consejos para emprender la lectura de este libro.

    Gracias siempre por tus reseñas. Un abrazo, y feliz 2024

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  2. Y camuflados entre los consejos dejo datos sin que se note mucho para no desactivar el efecto sorpresa. Pero, de verdad, es una lectura durísima.
    .
    Que el año nuevo te traiga lo mejor 😃

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