Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri
Sabemos que un autor ha dado en el clavo cuando sus relatos se
quedan flotando en la memoria y el encanto se intensifica con el tiempo, pero
si además se escribió hace casi un siglo y aún se sigue leyendo y reeditando
podemos estar seguros que se trata de una obra realmente notable. En este caso,
el mérito es doble al tratarse de una primera novela, la que consagró a su
autor y, probablemente, la más célebre de las suyas.
Como Boves el urogallo (1972)
–impresionante crónica centrada en la figura del caudillo asturiano que defendió,
por lo menos al principio, la causa monárquica– trata de la guerra por la independencia
de Venezuela. Las lanzas coloradas
contiene paradojas curiosas. Aunque narra uno de los episodios más relevantes
de la historia venezolana se publicó por primera vez en España. Aunque muestra
a un puñado de personajes y describe escaramuzas concretas adopta, de alguna
forma, un enfoque panorámico. Aunque manifiesta emoción ante lo narrado no se
trata en absoluto de un alegato bélico.
Aprovechando la curiosidad de recién llegado del protagonista,
Fernando Fonta –heredero de una próspera hacienda, que se traslada a vivir
temporalmente a Caracas para estudiar en la universidad– retrata el
inmovilismo, beatería y prejuicios que caracterizaban a la alta sociedad de
entonces.
“-Así ha de ser, noble amigo, así es. Nuestro rey lo es por la Gracia de Dios, y los traidores que contra él luchan, luchan contra Dios y se condenan.”
Este ambiente se contrapone a la efervescencia de los grupos
revolucionarios integrados por estudiantes que conspiran por el triunfo de Bolivar
y se muestran impacientes por entrar en combate. Estos serán los combatientes
idealistas pero hay otros, sedientos de sangre –al que pertenece el oponente de
Fonta– que, buscando el lado más fuerte, acabarán en el bando realista.
Con tanta expresividad como capacidad de síntesis se narra el
comienzo de la guerra:
“Toda la tarde estuvieron saliendo las gentes que emigraban de miedo. La sabana se llenó del disparatado movimiento de la fuga. Solos, en masa, por distintos rumbos, se iban. Angustia de los hombres por salvar su dinero. Angustia en los gestos, en las voces, en los silencios. Se iban todos. Angustia en las mujeres con el racimo de sus hijos a la espalda. Angustia de los animales. Un burrito gris cargado de niños y de muebles. En todas las carnes, en todos los ojos, en la profundidad de las almas, el amarillo resplandor del miedo.”
Es de destacar la sensibilidad hacia los débiles. El papel
secundario de las mujeres –que ignorantes de todo, hagan lo que hagan y vengan
de donde vengan acaban recibiendo todos los golpes– se destaca contraponiendo a
los dos personajes femeninos. La Carvajala, vagabunda que busca su lugar por
los caminos y lo mismo ejerce de enfermera improvisada que se arrima al primer
cabecilla que se cruza con ella, con Inés, la hermana de Fernando, a la que se ha
arrebatado todo viéndose forzada a mendigar. Su destino será muy parecido a
pesar de la distancia entre ambas.
Los esclavos negros en tiempo de paz son tratados como animales de labor,
carecen de derechos y hasta de entidad a los ojos de los amos. Se reflejan las
lamentables condiciones en que viven y trabajan, la suciedad, la miseria, el
desprecio que soportan. Ni siquiera se les pregunta si quieren incorporarse a
la guerra, acompañan a los combatientes voluntarios como una posesión más igual
que los caballos y las armas.
Con la misma economía de medios y gran aliento épico entramos en
el fragor de la batalla. Una masa indistinta de indios, republicanos,
monárquicos y hasta un grupo de seminaristas se entremezclan con los personajes
dejando un reguero de muertos. La temeraria furia de la mayoría se opone a la
cobardía de Fernando que finalmente supera cuando ya está todo perdido.
“Siente que se harán trizas en el choque. Ya se tocan. Aprieta la lanza hasta dolerle la mano, desvía el caballo rápidamente y, haciéndole tragar media arma, arranca al contrario de la montura y va a lanzarlo sobre otro jinete que llega detrás.”
Pero ni siquiera entonces pierde su distancia de los hechos, ese
sentido crítico que le impide entregarse a la lucha con la mente en blanco como
hacen los demás pues, en realidad, sirve de portavoz al propio Uslar Pietri.
“¡Era tan estúpido morir clavado de un lanzazo por uno de aquellos demonios ebrios! ¿Por qué combatía? Las gentes a su rededor toman una realidad más precisa. Sienten los gritos y el golpe seco de los cuerpos sobre la tierra. Allí, debajo de un caballo, pisado por un caballo, un hombre ensangrentado lo ve con una mirada pavorosa, con una mirada inhumana, que, por todos los gritos, muertos en su boca muda, grita, que golpea y hiere por sus manos inútiles, unos ojos angustiados y feroces. Esta es la guerra.”
Lo que queda es un campo repleto de cadáveres y algunos
prisioneros heridos. Entonces se produce la llegada de Bolivar, pero seguimos sin
verlo. Como ocurre a lo largo de toda la novela, solo es un anuncio, el héroe inmaterial,
aclamado por voces sin cuerpo, libertador de nadie, de hombres muertos, mujeres
fugitivas, campos arrasados, viviendas destrozadas.
PRIMERA EDICIÓN: 1931 – CLÁSICO – VARIAS
EDICIONES – PÁGINAS: 304 (aprox.)
No me he podido resistir.
ResponderEliminarHay una lectura de esta novela que me interesa especialmente resaltar, del resto ya te has ocupado tú. Puede parecer que se trata de Venezuela y no, narra una parte importante de nuestra historia, una historia sustraída de nuestra formación, como nos velaron todo lo referente a la llamada conquista y posterior independencia de aquellos territorios.
En este caso, creo que es oportuno la lectura no ya de esta novela si no de otros muchos textos que nos hablan de esa Venezuela de la que parece que sabemos muchísimo ahora, de la que hemos opinado tanto y tanto durante el último año, de esa Venezuela que hemos adjetivado con la más absoluta de las ignorancias.
Podemos leer a Herrera Luque : “Los amos del valle”, “En la casa del pez que escupe agua”, “Los viajeros de las indias”…... O ya que nos interesa tantísimo el caso de Venezuela ( aunque ahora el problema es Trump), la novela “Patria o muerte” de Alberto Barrera Tyszka, premio Tusquets 2015, editado en la colección andanzas, nos puede dar una idea más acertada que la de nuestra prensa cotidiana, de la situación actual que se vive en ese país
Hola Manuel. Es que no tienes que resistirte, tú participa todo lo que te apetezca. Más todavía si conoces del asunto muchísimo más que la reseñista. Quizá tu aportación pueda animar a otros a iniciar un debate interesante, estaría muy bien.
ResponderEliminarDe Herrera Luque solo leí, hace un millón de años, el libro que menciono. Sé que me encantó pero no tengo más que un recuerdo confuso de la personalidad de su héroe que le conduce tanto a sus iniciales triunfos como a un progresivo endiosamiento.
Es verdad que aquí hay mucha desinformación, no solo en lo concerniente a Venezuela sino a toda América Latina. Sabemos que lo que nos contaron en el cole no era cierto -como tampoco la famosa reconquista- y hemos leído aquí y allá, pero sois pocos los que teneis un conocimiento más profundo de la cuestión.
No me fue posible compartir las dos últimas lecturas y me hubiese encantado, la primera porque me interesa especialmente y la segunda para aprender de los que sabeis más que yo.
Yo, desde luego, no me creo nada de lo que se cuenta en los medios. No sé si estarás de acuerdo conmigo, pero nunca me gustó el anterior lider y a este lo considero un guiñol que trata de imitarle. Pero tampoco me trago toda la demagogia y basura que se ha vertido en el periodo al que te refieres.
A ver si repetimos tema pronto y me puedo enterar de algo.
(Si vais esta tarde a ver a R.M. nos veremos allí)
Si estuviste, no te vi
ResponderEliminarNo pude al final, me ha pasado de nuevo. C'est la vie!
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