América, de Franz Kafka

 

 
Con esta novela inconclusa ¿adónde se dirigía y a qué lugar quería llevarnos el buen Kafka? Visitas ese mundo absurdo y fascinante, te quedas en él algún tiempo y, aunque sabes que se va a cortar abruptamente en algún punto de la trama no puedes dejar de leer. Hasta dónde llegue, te dices. Y, efectivamente, acabas llegando. Pero lo que encuentras es un final arbitrario, sin desenlace de ninguna clase, un silencio definitivo cuyo propósito desconoce el lector. ¿Merece la pena entonces coronar una cumbre que ni siquiera es la cima, que está solo a mitad de camino después de una travesía tan accidentada? Por supuesto, pues lo que vamos a encontrar es un abrupto precipicio que impresiona por su altura y desde el que apenas se distinguen unas siluetas borrosas, pero tan atrayentes que hemos de dar por buenas todas las peripecias sufridas a través de la candorosa personalidad de Karl  Rossman, la indignación por las injusticias que padece, la constante preocupación por lo que pueda sucederle y el deseo de que salga airoso de las continuas pruebas a las que le somete su inexperiencia. Es cierto que va aprendiendo, pero el tiempo transcurrido es demasiado breve para que se haya curtido lo suficiente; lo intuimos, ya en las últimas páginas del fragmento, bastante más cauteloso, menos confiado, pero todavía incapaz de esquivar a los avispados pícaros que le rodean y a los que parece atraer como la miel a los insectos.
¿Qué sabía Kafka de América? Quizá no demasiado, pero los ecos que le llegaban, junto a una intensa labor de documentación, bastaron para trazar un cuadro de los diversos estratos sociales neoyorquinos y, sobre todo, el itinerario de un muchacho alemán -más bien centroeuropeo, ya que las fronteras han ido cambiando- que se encuentra de golpe en un mundo desconocido; pero si no logró encajar en el suyo, imaginen la cantidad de bofetadas que le esperaban en el nuevo continente. Sin embargo, no dramatiza, el tono que utiliza, a veces sarcástico, caricaturesco en cierta medida, y la personalidad de Karl, que gracias a su juventud y a su insaciable curiosidad se va sobreponiendo a los embates, logra que lo veamos siempre de pie, sin arredrarse, conservando su entereza y dignidad intactas y su inocencia casi íntegra. Finalmente, su ingreso en el Gran Teatro de Oklahoma transmite la esperanza de que acabe el cúmulo de calamidades en que se ha visto envuelto. Al menos, esa era, según Max Brod -su albacea y único intérprete de cara a la posteridad- la intención final del autor, mucho más optimista si creemos esta versión que los desenlaces del resto de su obra.
Con tan pocos elementos sería aventurado tratar de adivinar el mensaje oculto tras la trama completa. Pero conocemos las obsesiones del autor, lo que opinaba a grandes rasgos y su material de observación gracias al resto de sus obras. La figura del hombre indefenso frente a una maquinaria insensible y cruel se repite una y otra vez, así como su incapacidad de hacer oír la voz de la razón y la justicia, la vulnerabilidad de quien trata de someterse a las pautas establecidas sin aprovecharse de nadie, sobre todo si está solo o le ha sobrevenido alguna desgracia. En cuyo caso, lo más despiadado e inhumano que podamos concebir se alía para aprovecharse de él, ignorarle o destruirle, que finalmente viene a ser lo mismo. En definitiva, lo que subyace es la idea del hombre solo y desarmado ante una sociedad que lo acosa. 
Sabemos que las vivencias personales, lo que observaba a su alrededor así como las circunstancias políticas de su época formaron un magma denso en el cerebro de este genial novelista que lo llevó a construir un mundo propio y, sin embargo, común a toda la humanidad, a trazar obra tras obra una metáfora de la sociedad en que vivimos, sea cual sea el momento histórico en que nos encontremos, una metáfora de la voracidad con la que el poder de cualquier clase destruye a quienes no tienen intención de luchar ni avasallar a sus coetáneos, ni siquiera de imponerse.


TÍTULO ORIGINAL: DER VERSCHOLLENE (AMERIKA según Max Brod) - PUBLICADA (PÓSTUMA) EN 1927 - CLÁSICO: VARIAS EDICIONES

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