De bestias y aves, de Pilar Adón


 

Cada mente es un mundo y el mundo particular de cada mente es ininteligible. A veces ni siquiera podemos explicarlo con palabras. La poesía, la música, el arte ayudan pero no comunican por completo lo que el artista tiene en la cabeza. A lo largo de la vida acumulamos innumerables experiencias, un bagaje de sensaciones de los que ni siquiera somos conscientes del todo. De ahí que cada creación intente poner cierto orden al desorden, no de una forma matemática, no con reglas rígidas, pero sí con un incuestionable gusto artístico y con el propósito de sintonizar. No se trata de proyectar una imagen fotográfica pero si de organizar las sensaciones para que la obra de arte cobre sentido, aunque las interpretaciones no coincidan con lo que se intentaba transmitir y, por supuesto, sean absolutamente personales. Quiero decir que lo que identifica a una auténtica obra de arte no es la uniformidad sino, y ante todo, la coherencia.
Y esa coherencia, sobre todo cuando se mezclan elementos realistas y oníricos, poesía y narrativa, simbolismo y objetividad, no es fácil de conseguir. Teniendo esto en cuenta, sospecho que esta novela resulta, en cierta forma, fallida por muchos premios y menciones que haya obtenido. Esa es mi conclusión, y con ella no intento restarle méritos. Reconozco que su prosa es agradable -aunque en su pretensión de resultar poética, abusa de las repeticiones llegando a resultar cargante-, que en determinados momentos crea un clima inquietante que consigue mantenernos  atrapados -pero esa tensión se prolonga demasiado y llega a cansar- y que no pretende resultar comprensible -algo perfectamente lícito dentro de un orden, tampoco vale cualquier pastiche, y esa es, a grandes rasgos, la impresión que he tenido al llegar a la última página-. Supongo que la autora ha jugado con un argumento y un fondo emotivo que ha pretendido ensamblar sin conseguirlo, y lo que queda no son más que impresiones aisladas sin demasiada conexión entre sí. Dicho de otra forma, que en cierto modo su idea original se le ha ido de las manos y ha llegado como ha podido a un desenlace que a mí me ha dejado más bien fría.
Un vago mensaje ecológico, un pasado traumático debido a una muerte accidental, una huida sin destino, una protagonista que es a la vez narradora aunque construya en tercera persona su relato. Coro, la artista, la pintora, siempre presente y difuminada a la vez en un conjunto de pinceladas tan vagas como el argumento. Una casona construida en pleno campo, en un paraje idílico y apartado de la civilización, rodeada de una extensión enorme de terreno y con todo lo necesario, animales incluidos, para abastecer a varias personas. Un grupo de mujeres que se empeñan en mantener retenida a la incauta que se ha enredado en ese laberinto.
Todo muy seductor, pero existen multitud de pistas que se van abandonando sobre la marcha: el hombre con el que Coro habló la primera noche; las supuestas drogas que se le suministran, el auténtico dueño de la finca, que aparece y desaparece sin explicación suficiente; la conexión entre la hermana fallecida en el pasado y la gemela desaparecida -también- en el agua; el objetivo -quizá codicioso, ya que la consideran una mujer rica- del supuesto secuestro; el origen y naturaleza de una comunidad capaz de vivir en completo aislamiento sin carencias aparentes. 
Admito que quizá no he entendido la novela, pero mi experiencia con esta clase de artefactos es que hay autores que, al llegar a un callejón sin salida, huyen hacia delante y nos intentan dar gato por liebre. Puede ser así en este caso o que sea yo la que no me he enterado de nada. No se puede negar, sin embargo, que existe una fractura clara entre esa primera parte narrativa, en la que se aportan explicaciones, detalles, preguntas sin respuesta, objetivos claros de huida, y la que se desarrolla a partir del hundimiento de Coro en la poza. Desde ese momento las descripciones lo ocupan todo en detrimento de la narración, las antiguas preguntas quedan sin respuesta, los proyectos se difuminan y nos embarcamos en un universo vago, inconcreto, donde el simbolismo y lo onírico lo invaden todo sin más explicaciones ni conexión real con lo anterior. Lo abstruso, lo incomprensible, vende si puede convencer de su inmanente significado esencial, demasiado profundo para ser interpretado por cualquiera. Es este un truco muy viejo pero sigue siendo igual de efectivo. Se la ha comparado con Virginia Woolf. Por favor, no me hagan reír. Parece que hay que buscar argumentos debajo de las piedras cuando se trata de defender lo indefendible. ¿Recuerdan la mierda de artista que el buen Manzoni escondió en una caja e hizo pasar por la gran obra de arte de las vanguardias del siglo XX? Pues eso, nada que añadir.


PUBLICACIÓN: 2022 - EDITORIAL: GALAXIA GUTEMBERG - PÁGINAS: 208

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