TEXTOS. María Zambrano: La España de Galdós (I)
Las mujeres en Galdós
Galdós
es el primer escritor español que introduce a todo riesgo las mujeres en su
mundo. Las mujeres, múltiples y diversas, las mujeres reales y distintas,
“ontológicamente” iguales al varón. Y esta es la novedad, esa la deslumbrante
conquista. Existen como el hombre, tienen el mismo género de realidad, es lo
decisivo y lo primero que se da a ver.
Marianita.
Y Teresa Mancha, el único “Ángel”, pero… “Ángel caído”, “hermoso ser para
llorar nacido y vivir como autómata en el mundo”. Flor tronchada también por el
implacable cierzo carpetovetónico. La trascendencia de estas dos mujeres, más
que de la vida de sus breves y desolados días, es inocente trascendencia
poética. Existencia poética, tras de su cruel muerte y cercada vida.
No;
no parece a simple vista que el Romanticismo abriera un surco en la vida
española. A esta simple vista, no la podría contradecir la posible y erudita
investigación de alguna ignorada figura romántica, de alguna olvidada historia,
flor estrujada por la losa del tiempo, pues ello mostraría, por el contrario,
que tan arisca había sido la sociedad española a esta revolución romántica que,
habiéndose dado en su suelo, no había ascendido a histórica “vigencia”.
Margarita Xirgu caracterizada como Marianela para el teatro |
Pero
hay más: el motivo de que así suceda es uno de los más hondos secretos de la
vida española que bien puede enunciarse en forma casi matemática: Romanticismo
es igual a vida individual en plenitud, a la existencia de criaturas humanas
con historia. El romanticismo es la eclosión de los corazones con historia y de
las historias del corazón. En consecuencia, una mujer romántica es una mujer
“con historia”. Y bien, el español no ha soportado hasta ahora la mujer con
historia. Le sucede con la mujer como con la existencia misma de España. La
verdad es que los españoles tienen historia a pesar suyo; no la viven, no se
entregan a ella con la consecuente docilidad del europeo y especialmente del
francés. El corazón francés es dócil, profundamente dócil a su historia, bajo
la cual vive maravillado. Y paralelamente es en Francia donde la mujer necesita
tener historia; donde la simple belleza física no basta, y es indispensable la
pátina histórica para llevar a la mujer a su categoría definitiva. Hasta las
Santas de Francia son santas a la par de la historia. La España guerrera de la
Reconquista y la Contrarreforma no tiene una Santa defensora de la nación: la
de Ávila defendió castillos interiores.
María Zambrano. La
España de Galdós. Cap: “La mujer en España”
(Pags. 176-178)
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