Leonora, de Elena Poniatowska (I)
Leonora Carrington - Las distracciones de Dragobert (1945) |
¿Por qué resulta tan difícil encontrar productos de calidad en el ámbito tradicionalmente considerado femenino? Pregunto.
Suelo estar de acuerdo con las reflexiones de la editora y escritora Laura Freixas y demás feministas involucradas en estas cuestiones. Hasta yo misma escribí algo sobre ello hace tiempo Obviamente, ignoro lo que unas y otras opinarían sobre la novela que nos ocupa. Pero antes de llegar a ella, intentaré situar convenientemente la posición secundaria que, en literatura, sigue ocupando hoy día la mujer y cuáles son las causas que, a mi juicio, ha provocado un estado de cosas por el momento casi inamovible.
Suelo estar de acuerdo con las reflexiones de la editora y escritora Laura Freixas y demás feministas involucradas en estas cuestiones. Hasta yo misma escribí algo sobre ello hace tiempo Obviamente, ignoro lo que unas y otras opinarían sobre la novela que nos ocupa. Pero antes de llegar a ella, intentaré situar convenientemente la posición secundaria que, en literatura, sigue ocupando hoy día la mujer y cuáles son las causas que, a mi juicio, ha provocado un estado de cosas por el momento casi inamovible.
En
primer lugar, hay que fijarse en los prejuicios suscitados por el sexismo
imperante que –contrariamente a la creencia general– no solo no remite, al
revés, se incrementa a pasos acelerados, eso sí, mediante comportamientos y
palabras mucho más hipócritas que antes. Y para muestra un botón. Sin ir más
lejos, pensemos en relatos escritos por mujeres que abordan la maternidad, acto
supremo de perpetuación humana. ¿Van a negarme ustedes que la mayoría de los
lectores considerados cultos se apartarían de un producto que presente esos
avales no sin antes arrugar la nariz? No se le da cancha a la mujer, ni
siquiera cuando aborda grandes temas. Incluso siendo ella protagonista y testigo
de esa experiencia singular. O más bien por eso mismo.
A
ver, situémonos. Entre un hombre y una mujer haciendo la crónica de un parto ¿a
quién darían más crédito? ¿Qué obra colocarían sin pensarlo en los anaqueles de
la alta cultura? No se molesten, se lo digo yo. Al primero.
Sin
embargo, banalidades como el futbol, –no me discutirán que entre dar patadas a
un balón y traer al mundo un hijo, debería primar esto último– banalidades como
el futbol, decía, se incorporan a obras de prestigio sin ningún problema
siempre que lo lleve a cabo una mano varonil. No digamos si una mujer elabora
un relato donde la moda ocupa un sitio primordial. ¿Alguien duda de que se la
arrinconará en el cubo de los desechos feminoides con una sonrisa de
condescendencia? De moda solo han podido hablar las novelas de Terenci Moix sin
que por ello fueran consideradas banales. La introspección femenina fue retratada
magníficamente por Clarín en La Regenta.
¿Creen que hubiese adquirido el mismo prestigio de tratarse de una obra
autobiográfica? Rotundamente no. La Ana Ozores autora, aunque hubiese escrito
exactamente lo mismo, no habría conseguido ni la mitad del reconocimiento. Pero
volvamos al presente, a un presente relativo. ¿Alguien habría aplaudido tanto a
una autora de novela negra que hubiese decidido incluir recetas de cocina en
sus libros como se aplaudió en su día al gran Manuel Vázquez Montalbán?
Bien.
Dicho esto, añadiré que una gran parte de responsabilidad la tenemos nosotras. No
todas, naturalmente, pero es enorme el daño que está haciendo una línea
creativa que pretende representar a las mujeres y lo hace a través de productos
manifiestamente mediocres. Aunque actúe, como es evidente, con la mejor intención.
Las
novelas de esta autora me parecen un ejemplo claro de esta tendencia. Pertenezca o no
conscientemente a ella, ha logrado
encumbrarse al más alto nivel dentro de ese rango de segunda fila que se
escuda, precisamente, en el género. Novelas femeninas. Es decir, escritas por
mujeres que hablan de otras mujeres con el tono blandengue y facilón que parece
esperarse de ellas. Poniatowska da el perfil, por eso se la acepta. Pero, por
muchos premios que obtenga, jamás alcanzará la misma consideración que la
mayoría de sus compañeros. Ni siquiera entre los que, como ella, se decantan claramente
por lo cómodo.
Blanda,
sensiblera y redundante. Así la definiría. Eso significa que contiene las
características atribuidas a la narrativa propia de mujeres. Y que será leída
mayoritariamente por las de su sexo que, por cierto, constituímos un enorme
filón editorial. Aunque solo sea por eso, es preciso tenernos en cuenta. Pero
sin confundir los términos, manteniéndonos siempre en el lugar que nos
corresponde. Un lugar subalterno en el mundo de la alta cultura. Tampoco hay
que excederse.
(Continuará)
PRIMERA
EDICIÓN: 2011 – EDITORIAL SEIX BARRAL (PREMIO BIBLIOTECA BREVE 2011) – PÁGINAS:
510
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