El origen. Una indicación, de Thomas Bernhard
El pasado
día 7, leímos en el diario El País que
el Festival de Salzburgo de este año
está usando como reclamo la figura de Thomas Bernard. La ciudad de la que
abominó, que aborreció y cubrió de insultos en su obra autobiográfica pronuncia
en vano su nombre demostrando, quizá, que tanta ira y resentimiento no iban tan
descaminados como podría pensarse. Porque hay que ser muy cínico para tomar
como emblema a aquel que sufrió allí una guerra siendo adolescente, además de
vejaciones personales, el desprecio de sus convecinos y de algunos familiares
lejanos y al que disgustaba profundamente el carácter de sus paisanos, a los
que, como mínimo, consideraba convencionales, frívolos e hipócritas –cuando no,
indulgentes con el nazismo– proclamando a los cuatro vientos que no tenía nada
que ver con ellos. La aversión, por supuesto, era mutua. Sin embargo
“Proliferan los libros y los souvenirs del escritor austriaco en las tiendas del festival de música y teatro de la ciudad, incluso acaba de inaugurarse una exposición que lo retrata sonriente en las calles de «la pútrida ciudad inhumana»”
Este rechazo sin paliativos resulta más que evidente en
la novela. Para empezar, adopta la forma de una larga queja con mimbres
musicales –mediante el ritmo que marcan las reiteraciones, la mayor o menor
intensidad de su expresión, siempre al compás del contenido y una puntuación casi
inexistente–, separándose de los cánones del género en otros aspectos, como
personajes, descripciones y diálogos. La primera parte, Grünkranz, alusiones personales aparte, es una acerba crítica al
nazismo. El tío Franz describe la
etapa posterior y se ensaña con el catolicismo, al que considera otra cara de
la misma moneda.
“… en ese suelo de muerte, arquitectónico-arzobispal-embrutecido-nacionalsocialista-católico, y en el fondo totalmente enemigo del ser humano. La ciudad es, para quien la conoce y conoce a sus habitantes, un cementerio en la superficie hermoso, pero bajo esa superficie en realidad horrible, de fantasías y deseos. Para el que aprende o estudie, e intenta encontrar su orden y su derecho en esa ciudad, que solo es famosa en todas partes por su belleza y su construcción, y que en la época de los llamados Festivales es además famosa todos los años por el así llamado Gran Arte, esa ciudad no es pronto más que un museo de la muerte, frío y expuesto a todas las enfermedades y vilezas, en el que crecen todos los obstáculos imaginables e inimaginables que desintegran y hieren en lo despiadadamente más profundo, sus energías y dotes y disposiciones intelectuales, y pronto la ciudad no es ya para él una hermosa naturaleza y una arquitectura ejemplar sino nada más que una impenetrable maleza humana, hecha de abyección y vileza y, cuando camina por sus calles, no camina ya rodeado de música sino que se siente nada más que repelido por el lodazal moral de sus habitantes.”
Esto es solo un botón de muestra de lo que contiene este
centenar largo de páginas. Bernhard se sitúa en una tradición autobiográfica y
de aprendizaje que, con un tono igual de amargo y reprobatorio, incluiría,
entre otros y con siete décadas de diferencia, a Musil y, más aún, a Walser. Pero
Bernhard se expresa de forma mucho más directa. Ni utiliza la ironía como este
último ni fábula como el primero valiéndose de anécdotas más o menos crueles. Se
limita a exponer los hechos tal como sucedieron –incluso alude a pruebas
concluyentes para demostrar lo que dice– y no tiene reparo en proclamarse una
víctima más entre otras (como pueden ser sus propios condiscípulos) de
maltrato, anulación y embrutecimiento, manifestar su animadversión o su rabia,
confesar pensamientos reiterados de suicidio o calificar como le parece a ciudades,
instituciones y personas.
DIE
URSACHE. EINE ANDEUTUNG – PUBLICACIÓN: 1975 – EN ESPAÑA: EDITORIAL ANAGRAMA- TRADUCCIÓN
Y PRÓLOGO: MIGUEL SÁENZ – PÁGINAS: 136 (aprox.)
No conocía a este señor, me lo acabas de descubrir y has despertado mi curiosidad por leer su obra.
ResponderEliminarNo es el primero que despotricaba de Salzburgo, Mozart salió de allí "huyendo" de la despótica crueldad del Príncipe-Arzobispo Coloredo.
Pues me alegro mucho. Porque este blog, como todos los que aspiran a aportar algo, es una humilde manera de poner un granito de arena en la difusión de opiniones y contenidos. Igual que sus comentariostas. Ahora eres tú, que de música sabes una "jartá", la que nos descubres algo que algunos no sabíamos. Un abrazo
EliminarEres inagotable, Molina de Tirso. ¿Cuántas horas dedicas a la lectura? ¿Y a la escritura? Es más interesante leerte que escribr en mi blogs. ¡Como te lo digo!
ResponderEliminarEscribir blogs es divertido cuando le coges el tranquillo, y no nos puedes privar de tu sabiduría. Así que ¡¡ánimo!!
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