Auto de fe, de Elias Canetti
Ya he hablado alguna vez de esta novela, escrita en
alemán y publicada en 1936. Por ahí tiene que haber dos artículos que publiqué,
cada uno en su lugar, hace unos cuatro años. Desde que lo leí se me enganchó el
quijote entre los dedos y no fui capaz de librarme de su imagen. De eso hablo
en los dos, entre otras cosas, aunque no encontré mucho eco en mis lectores, la
verdad. A la mayoría le pareció una hipótesis demasiado traída por los pelos.
No solo el personaje central se parece, incluso
físicamente, a Alonso Quijano –Peter Kien vive exclusivamente por y para sus
libros y sus actitudes, como mínimo, rozan la demencia– además, el propósito de
la obra se aproxima mucho al de Cervantes. También dije –y digo– que Auto de fe es una fábula espléndida sobre
la condición humana y, en concreto, sobre la época en que fue escrita, y por
tanto, de la nuestra, pues incomunicación, codicia y estupidez siguen estando
al menos tan presentes como entonces. Los personajes que aparecen son
arquetipos más que seres humanos reales, a través de ellos se caricaturiza la
realidad con un evidente propósito satírico. No cuesta mucho rastrear, además
de al caballero andante personificado en el protagonista, al ama, a Sancho
Panza e, incluso, al bachiller Sansón Carrasco. Tampoco ellos son capaces de
entender sus extravagancias, pero además no manifiestan el respeto y cariño que
recibía Alonso Quijano, las manifestaciones de desprecio son constantes aquí, no
encontramos huellas del humor cervantino, ni humanidad ninguna por parte del
autor. Este no muestra compasión ni simpatía por ninguno de ellos, quienes, por
otra parte, se presentan llenos de aristas, incapaces de mostrar algún resquicio
un poco más amable.
“Las alusiones a la
novela de Cervantes en Auto de fe son evidentes en la descripción física
de Peter Kien (el sinólogo que pierde su sentido de la realidad después de leer
demasiados libros), en su estructura narrativa, y en el procedimiento cervantino
que pone en juego las presuposiciones del mundo interior de su protagonista con
las de su mundo externo.”
“… sus semejanzas más importantes con el autor de Don Quijote emanan de su preocupación por las relaciones entre los libros y la vida.”
“Auto de fe, como la obra maestra de Cervantes, es
la historia de un hombre que pierde su sentido de la realidad después de leer
demasiados libros. Es también un libro en el cual el realismo y el idealismo se
confrontan; los soñadores vulnerables son expuestos a la brutalidad de un mundo
violento; y el humor, la comedia, y aún lo grotesco nos invitan a meditar sobre
la condición humana. Auto de fe y Don Quijote son novelas que interrogan los peligrosos mecanismos mediante los cuales un
espíritu abierto al mundo de las ideas puede perder el contacto con la
realidad. Como Tania Hinderberger-Burton lo señaló, en un ensayo pionero sobre
el quijotismo en la novela de Canetti, estas “dos novelas tratan las
confusiones cómicas y trágicas de un intelecto seducido por los libros” .Las alusiones en Auto de fe a la novela de Cervantes y a su protagonista son evidentes desde la
descripción física de Kien como un hombre alto, de cara “delgada, severa y
huesuda”, pero también son
espirituales:“no era incumbencia suya investigar si la supuesta relación entre
la exactitud de su memoria y la inequívoca claridad de sus sueños se hallaba
legitimada”. La Dulcinea de Kien es Teresa, la avara, maliciosa y despiadada
ama de casa en quien el erudito proyecta sus idealizaciones de la perfección femenina.
En uno de los momentos más citados de la novela, Kien se enamora de la
calculadora Teresa cuando la observa palpar un libro de poco valor con guantes
blancos. Kien se casa con Teresa, pero, como don Quijote, mantendrá una vida
célibe hasta su muerte. En Auto de fe Georges Kien, el hermano de Peter,
asume el papel de Sancho Panza. El psiquiatra, que había sido antes ginecólogo,
es un don Juan que dirige un manicomio en París. El célibe Peter es el hombre
del intelecto, mientras que Georges es un hombre del cuerpo. Y si Kien es un misógino
empedernido, las fuentes de sus diatribas en contra de las mujeres son tan
librescas como las de los elogios de Dulcinea por parte de don Quijote […]Una
de las relaciones más notables entre Auto de fe y Don Quijote es su estructura narrativa. En la novela de Cervantes don Quijote abandona su
casa, que era también su biblioteca, para confrontarse con el mundo exterior
sin darse cuenta de que sus percepciones no coinciden con la realidad, y
regresa a su casa, no por voluntad propia sino por la intervención astuta de
quienes se empeñan en restaurarlo a su estado anterior. En Don Quijote
este patrón de salidas y regresos se repite tres veces
mientras que en la novela de Canetti se da solamente una vez. Según el patrón
de la salida y el regreso, la primera parte de Auto de fe,
“Una cabeza sin mundo”, cuenta la historia de Peter Kien
hasta que Teresa lo expulsa de su casa. La segunda parte, “Un mundo sin cabeza”,
narra sus encuentros con personajes abusivos como Benedikt Pfaff y Fischerle, los
cuales se aprovechan de su credulidad. Y la tercera y última parte, “El mundo
en la cabeza”, cuenta la historia del regreso de Kien a su casa gracias a la
intervención de su hermano.”
“Cuando
Kien cree haber “liberado” algunos libros de las manos del prestamista, hace un
discurso que recuerda a una de esas bien intencionadas pero desatinadas arengas de don
Quijote…”
“Con la misma inesperada eficacia con la cual Sancho Panza
resuelve asuntos prácticos en el gobierno de su “ínsula” en la segunda parte de
Don Quijote, Georges rápidamente consigue que su hermano se pueda divorciar de su
esposa abusiva; logra quitarle de encima a los embusteros que le habían estado
despojando de sus bienes y dinero; consigue reconstituir la biblioteca de su
hermano que se había vendido a las casas de empréstitos; y lo restablece en su
propia casa.”
Efraín
Kristal, El Quijote expresionista de
Elias Canetti
Revista Estudios Públicos (primavera 2005)
Y, sin embargo, a pesar de estas huellas más que
evidentes, no estamos ante ninguna copia. La novela de Canetti es una obra
original y personalísima, radicalmente distinta de cualquier otra, en la que se
revela la marcada personalidad de su autor así como su rica herencia cultural,
que está considerada con toda razón –como todo lo que escribió su autor– como un
gran monumento literario.
Las andanzas del sinólogo son divertidas y extravagantes,
la novela se lee con interés, en ningún momento se abandona la intriga, y sin
embargo, su lectura no es sencilla en absoluto. El desarrollo es demasiado
conciso, cada acción desemboca en su implacable consecuencia lógica, no se
concede tregua ni espacio alguno a la suerte, el autor se concentra en lo
esencial, sin concesión alguna al lector. Por tanto, si no queremos perder el
hilo de la trama, tenemos que estar muy atentos.
Elias Canetti nació en Bulgaria. Era de ascendencia
española: parece que su apellido es la italianización de Cañete, el pueblo
conquense del que era oriundo, de ahí que el ladino fuese su idioma materno. Su
familia se trasladó a Viena muy pronto, por eso su obra se desarrolla en alemán.
Más tarde, volvería a desplazarse y adoptaría la nacionalidad británica. Toda esta
variedad de culturas y ambientes, junto a su natural reflexivo y gran capacidad
de observación, darían lugar a una producción extensa y dotada de parámetros
propios. Solo escribió esta novela, el resto de su obra –por la que se le
concedió el premio Nobel en 1981– abarca en su mayor parte autobiografía, teatro
y ensayo.
PRIMERA EDICIÓN: 1936 – CLÁSICO – VARIAS EDICIONES –
PÁGINAS: 600 (aprox.)
Hola Yamir, como hablas de una reseña en concreto, prefiero contestarte aquí.
ResponderEliminarVivo en España, así que no sé nada sobre la edición en Argentina. En cuanto a otras novelas comparables, supongo que, si conoces a Canetti, habrás leído La montaña mágica de Tomas Mann, por ejemplo, o Viaje al fin de la noche de Celine, o cualquiera de En busca del tiempo perdido de Proust, o Conversación en la catedral de Vargas Llosa, o Cien años de soledad de nuestro querido García Márquez que nos dejó ayer y a quien deseo descanse en paz, o La vorágine de José Eustasio Rivera, o Rayuela de Cortazar.
Menos conocida es Historia de mi mujer de Milán Fust, si no lo has leído te lo recomiendo.
Como ves, tu pregunta me ha servido para hacer un repaso de algunos imprescindibles, por si a alguien le sirve.
Un saludo, Molina
Muchas gracias por la reseña, espero poder leer Historia de mi mujer , me resulta interesante y la desconozco.
EliminarYamir
Me preguntas sobre Tanizaki. Dejo aquí un enlace a El elogio de la sombra de un blog que te recomiendo si no lo conoces aún.
ResponderEliminarhttp://unlibroaldia.blogspot.com/2009/12/libros-para-regalar-el-elogio-de-la.html
Y, del mismo blog, la reseña de Historia de mi mujer:
http://unlibroaldia.blogspot.com/2010/09/milan-fust-la-historia-de-mi-mujer.html
Saludos