Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo, de Barbara Ehrenreich
Si usted es poderoso ¿cómo neutralizar el cuestionamiento
de la opinión pública? Si, por el contrario, es pobre, está enfermo,
desempleado o padece cualquier clase de desgracia no culpe a nadie: solo usted
es responsable de lo que le pasa por no sonreír lo suficiente. Ni se le ocurra
quejarse, y menos aún poner en tela de juicio las decisiones político-sociales
que le afectan directamente, porque entonces –debido a ese efecto mágico que,
como ocurre con todas las religiones, solo sirve a los grandes intereses–
entonces sus males nunca tendrán remedio.
Creo
que fue hace más o menos dos décadas cuando tuvo lugar la invasión de los
libros de autoayuda en el panorama editorial español. Textos reduccionistas y
manipuladores que con sus falacias impiden utilizar la lógica y no se sabe muy
bien a quien sirven. Además, se emiten con tal prepotencia que no hay forma de
refutarlos. El raciocinio suele asustar a todos esos pontificadores, es mucho más
sencillo sentar cátedra pues, aunque parezca impertinente, siempre habrá quien
escuche sus cantos de sirena. Hay que estar muy atentos porque publicistas,
periodistas, financieros, políticos y demás grupos corporativos están al acecho
siempre y se ceban en aquellos sufridos ciudadanos que aún confían en su buena
fe.
La
manía por proveerse de recetas para la vida en general o para abordar las
situaciones más diversas no ha remitido desde entonces, me temo. Lo peor de
todo esto no es que esa serie de fórmulas no sirvan para nada y que rebajen las
expectativas lectoras hasta niveles ínfimos, sino que acaban convirtiéndonos en
corderitos amaestrados sin ningún sentido crítico, que aceptan sin rechistar
las consignas del poder como si lo que padecen o les molesta fuesen hechos
inevitables, y, por supuesto, incontestables, que han de aceptarse sin
rechistar.
Ese
fatalismo ha aumentado con la crisis. De repente han aparecido también en
nuestro panorama mediático ciertos profetas, supuestamente desinteresados,
investidos con el disfraz del buen amigo, que desde la pantalla o el papel
tiene la delicadeza de regalar la palmadita en el hombro, incluso de aconsejar
que saludemos con buen humor tanto el sombrío panorama que nos rodea como el
que vislumbramos en el horizonte más próximo. Es decir, que nos conformemos.
Pase lo que pase, hay que sonreír.
Lo
que no puedo entender es cómo una legión de científicos americanos, gente
inteligente y con una esmerada formación, han hecho suyas las arbitrarias y absurdas
tesis de unos cuantos charlatanes sedientos de notoriedad por muy tajantemente
que las expongan.
Y
esta actitud bobalicona es la que critica aquí Barbara Ehrenreich. No condena
la persecución de objetivos, tampoco, obviamente el buen humor, sino esa forma
absurda de pensar que acepta cualquier cosa que le suceda sin una reacción
sana, como la discrepancia, el enfado, la contestación, incluso el llanto, que
en ciertas ocasiones, desahoga mucho.
La
autora realiza un riguroso análisis tanto de los orígenes del Nuevo Pensamiento
en Estados Unidos como de su indiscutible triunfo actual. Parece ser que nació
como respuesta a la intransigencia calvinista y, según iba arraigando, fue
ramificándose hasta propagarse a ámbitos como el de la empresa, la psicología y
hasta la religión. Seguramente es más propio de la idiosincrasia estadounidense,
nosotros siempre hemos sido algo protestones, aunque nos conformemos con ello y,
finalmente, no hagamos nada por modificar la causa de nuestras quejas.
A
mí, me parece de todo menos positivo
culpabilizar a la gente de lo que le pasa, impedir que manifieste sus
verdaderos sentimientos y convertirla en un ente pasivo que acepta sin
resistencia ni crítica cualquier abuso de poder.
Que
el hecho de creer que todo va a salir bien, imaginarnos poseedores de un coche
de alta gama o de un palacete en el campo –o que lo piensen otros en nuestro lugar–
atraiga la suerte hacia nosotros no es otra cosa que pensamiento mágico, el
mismo que guiaba a los chamanes de la tribu o que preside las oraciones de los
creyentes. Naturalmente, cada uno puede creer lo que quiera si eso le hace más
feliz, lo preocupante es que se disfrace con ropajes científicos y considere a
los escépticos una amenaza para el resto..
No
creo, sin embargo, que sea un acierto, sobre todo para el público culto al que
va destinado, empezar hablando de su propia experiencia con el cáncer, me
parece que esto confunde y quita mérito al libro. No porque las tesis de este
primer capítulo no estén minuciosamente razonadas sino porque, tras un recuento
de circunstancias personales, nadie espera encontrar una exposición tan seria y
documentada como la que Ehrenreich brinda al lector.
PRIMERA
EDICIÓN: 2009 – (EN ESPAÑA: 2011) – EDITORIAL TURNER (COLECCIÓN NOEMA) ––
TRADUCCIÓN: MARÍA SIERRA - PÁGINAS: 272
Una vergüenza la tontería que inunda el mundo. Y lo malo es que no solo se trata de los libritos de autoayuda, muchos psicólogos creen o dicen creer en estas estupideces de forma que la aplican con todo su rigor a sus pacientes, así se ahorran empatizar. Y la tontería está alcanzando niveles inaudibles en el tema de la medicina alternativa, que respeto y comparto, pero sin el realismo mágico con que muchas veces se disfraza. Yo tb pasé por algo muy gordo y solo me encontré y me encuentro con filosofías estúpidas de este tipo, así que entiendo muy bien por lo que pasó la autora, nadie sabe lo terrible que es pasar por una situación que supera cualquier carácter y solo encontrarte con gentecilla que por falta de sentido crítico o por maldad te brinda perlas del tipo "sé positivo y todo se resolverá", o incluso "esto te ocurrió por no ser positivo"... Hace poco estuve hablando con un chaval que me dijo que la característica principal que buscaba en una mujer era su alegría, y no penseis que lo dijo para meterse conmigo ni porque busque a un bufón, pues se trata de un buen chaval.
ResponderEliminarMucha estupidez y chamanismo... Nos reimos de las burradas de la Inquisición pero no andamos tan lejos en pensamiento. Y es que el borreguismo nunca será una cuestión de moda.
Completamente de acuerdo. Lo científico pisoteado por la superstición (religiones incluidas) con la complicidad interesada de los intereses económicos. Borregos es poco, zombies más bien.
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