Corazones solitarios, de Rubem Fonseca
Hasta el título tiene su poquito –mucho en realidad –de retranca.
Este es un relato de Rubem Fonseca, un narrador brasileño, no muy conocido en
España a pesar de su reconocida calidad, lo cual no es extraño pues la
literatura de ese país, muy injustamente, no ha tenido nunca una gran difusión en el
nuestro. Se publicó por primera vez en 1975 formando parte del volumen Feliz año nuevo que fue traducido poco
después al castellano, y ha sido incluido en otras antologías más recientes.
Fonseca descubrió su talento –o anduvo distraído con
quehaceres (licenciatura en derecho, abogado penalista, comisario de policía) que
enriquecerían su bagaje vital confiriéndole su particular idiosincrasia– casi rondando
los cuarenta. Esa es, al menos, la fecha de su primera publicación. La última
ha sido Historias cortas, colección de relatos aparecida el año pasado, nada
menos que el nonagésimo de su vida. Fonseca se ha caracterizado por mantenerse concentrado
en su trabajo, al margen de fastos y alharacas. Sufrió el acoso de la justicia
en épocas de dictadura llegándole a secuestrar publicaciones por su molesta
costumbre de no morderse la lengua. Todo ese esfuerzo y dedicación ha
fructificado en más de una decena de novelas y cerca de veinte compendios de
narrativa corta. En el exhaustivo prólogo a Los
mejores relatos, una de las antologías traducidas al español, dice Romeo
Tello Garrido:
“… las obras de Rubem Fonseca plantean siempre la idea de que el discurso literario es una indagación acerca de la realidad, indagación cuya finalidad no es resolver ningún tipo de problemas sociales; en todo caso, recordarnos que la vida social es en sí misma un asunto problemático, rico precisamente por su gran ambigüedad, con lo que sus obras se separan de cualquier discurso que pretenda resolver la complejidad de la existencia de manera simplista, esquemática y progresista.”
En fechas como esta, de tránsito, ocupados en sacar de la
maleta los libros que nos llevamos para pasar las vacaciones –alguno, por
cierto, todavía sin abrir– y antes de
revisar nuestra biblioteca en busca de una nueva lectura, no vendría mal echar
un vistazo a la red, donde podemos encontrar esta y otras piezas del autor
igual de interesantes.
El protagonista de Corazones solitarios es un avispado reportero, cuya evidente frustración por su pasado
de cronista policiaco le impulsa a aceptar, una vez despedido, el primer empleo
que se le ofrece por muy denigrante que le parezca. Se convierte así en una
consultora sentimental –si, en femenino, porque ellas, en concreto las de clase
trabajadora, son las destinatarias de una revista titulada significativamente Mujer– incorporándose a una plantilla
integrada en exclusiva por varones, ocultos, eso sí, tras seudónimo. Una
situación algo delirante (similar a la protagonizada por aquella señora Francis que reinó en la radio
española de los años 60 y cuyo papel se reservaba también al género masculino), que Fonseca irá llevando a consecuencias extremas en un ingenioso y satírico
relato, cuya ironía y descacharrantes ocurrencias nos mantendrán sonrientes
hasta la sorpresa final.
Con una expresividad lingüística que se ajusta al argumento
como un guante y una contención narrativa que evita exagerar sus posibilidades hasta
convertirlo en una bufonada, asistimos a una atinada crítica de hipocresías y convenciones sociales cuya intensa carga metaliteraria refleja claramente la preocupación del
escritor por su oficio.
CORAÇÕES
SOLITÁRIOS – PUBLICACIÓN: 1975 – INCLUIDO EN EL VOLUMEN « FELIZ AÑO NUEVO »
- (EN ESPAÑA: 1977 – EDITORIAL: ALFAGUARA) – VARIOS TRADUCTORES – PÁGINAS: 200
(aprox.)
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