A Moscú sin kaláshnikov, de Daniel Utrilla

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Esta obra inclasificable va encabezada por un subtítulo que nos puede dar alguna pista: Una crónica sentimental de la Rusia de Putin envuelta en papel de periódico. ¿Cómo interpretar esta frase? La clave está en la personalidad del autor, el texto entero remite a él antes que a Moscú (o a Rusia). Daniel Utrilla y su relación con ese país, Daniel Utrilla y su precoz fascinación por una geografía y una cultura de las que apenas tenía referencias, Daniel Utrilla  y su labor como corresponsal de El Mundo en la capital rusa, sus filias, sus fobias, sus referencias culturales, sus coordenadas biográficas, sus sueños. Es fácil deducir que no se trata de un libro de viajes al uso: aunque existe cierta mezcla de géneros que lo convierten en híbrido, predomina lo autobiográfico. Es más, si pensamos que cada confesión, referencia o anécdota suponen una estilización más o menos idealizada de lo sucedido, podríamos situarlo en el ámbito de la autoficción.
Y ahí es donde la propuesta empieza a chocar con mis gustos. Lo confieso, si la biografía, salvo contadas excepciones, no es un género que me interese especialmente, asistir a las andanzas de un escritor que todavía no ha puesto una pica en Flandes –y hablo en general– me parece un ejercicio tedioso. Pero  esta es una preferencia personal que no debería condicionar la opinión de ustedes, así que paso a analizar otros rasgos.
Destacaré, en primer lugar, la proximidad. Da la impresión de que Utrilla fuese un tipo extrovertido al que no cuesta nada pegar la hebra con cualquier desconocido que se ponga delante. Y ahí tiene al indefenso lector dispuesto a darle una oportunidad, que él aprovecha hablándole de tú a tú y explayándose como si lo conociese de toda la vida. Es lógico que esta actitud le asegure grandes simpatías. Nos encontramos, pues, con un chaval del extrarradio madrileño en los ochenta, obsesionado con Rusia (y con el Real Madrid, al que otorga similar protagonismo), aficionado a la escritura, que apuesta por la profesión de periodista y cuya pasión le abrirá muy pronto las puertas de la corresponsalía.
No se puede negar que nos encontramos ante un texto ameno, rasgo que consigue añadiendo pellizcos de banalidad así como repeticiones frecuentes que probablemente complacerán al lector poco exigente a costa de abultar su volumen más de lo necesario.
Pero puede que el mayor atractivo radique en su heterogeneidad. El autor pasa ágilmente de un asunto a otro. En unos pocos párrafos puede combinar anécdotas de infancia, antecedentes históricos, tradiciones rusas, sus noviazgos, la fisonomía de Moscú, la nostalgia de los veteranos, las viviendas donde residió, sus fobias, los misteriosos fallecimientos, sus entrevistas a personalidades relevantes, el futbol, las incoherencias de la transición al capitalismo, la psicología del pueblo ruso, sus penalidades de cronista a tiempo completo, el –según dice– incomparable atractivo de las rusas y un sinfín de cuestiones más.
Utrilla escribe bien y es ingenioso, pero en mi opinión peca de cierta autocomplacencia. Intuyo que una redacción más reposada hubiese apartado mucha broza inservible, tanto en contenido como en florituras estilísticas.


PRIMERA EDICIÓN: 2013 - EDITORIAL LIBROS DEL K.O. – PÁGINAS: 512 – INCLUYE MAPA DESPLEGABLE DE MOSCÚ


Comentarios

  1. Pienso exactamente igual que tú acerca de las biografías, por lo que entre mi predisposición habitual a ignorarlas y la "broza inservible" que parece que hay que en esta, creo que voy a pasar de leerla.

    Lo del Real Madrid y la incomparable belleza de las rusas me ha matado...

    Gracias por reseñar y avisar, Molina de Tirso. Un saludo. :)

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    1. Hola Lucas. Sí, demasiada dosis de rusas y de futbol, también de otras circunstancias personales no muy relevantes. Aunque en todas esas páginas, hay espacio suficiente para contenidos de interés. Puede que no sea tu libro (ni el mío), pero seguro que tiene sus lectores. Si alguien siente curiosidad, le animo a hojearlo.

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