Boy, Snow, Bird. Fábula de tres mujeres, de Helen Oyeyemi





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Tres nombres: Chico, Nieve, Pájaro. Nombres propios de persona, inusuales como quienes los llevan que, por cierto, son mujeres. Sí, incluso Chico es un nombre de chica, la mayor de las tres, la que veremos evolucionar de la niñez a la edad adulta, la única que conoceremos como madre. Pero no todo consiste en el nombre, estos son un mero símbolo del relativismo de género que se muestra en una trama tan cruda como simbólica.
Quien nunca ha recibido afecto, quien es tratado con rigor desde la infancia repetirá –salvo excepciones– las únicas pautas que conoce, será indiferente y frío, incluso cruel. Cuando una escritora decide hablar seriamente de experiencias femeninas, el relato es muy diferente a esa rápida ojeada que conocíamos hasta ahora y que no es más que la versión masculina de lo mismo. Mujeres observadas por hombres, existiendo en función de ellos comienzan a cobrar vida, a pensar por su cuenta, a denunciar injusticias, a quejarse de ese segundo plano al que se ven sometidas desde siempre. Conviene pararse a escuchar a esa mitad de la humanidad que hasta ahora, incluso ahora mismo, apenas ha tenido voz en la literatura y el arte. Y cuando digo esto no niego que cada vez hay más autoras, pero las voces femeninas reales son difíciles de encontrar y, por desgracia, aún nos llevará bastante tiempo. Porque no se trata de repetir los esquemas sociales que hemos aprendido de los varones, ni de auto-relegarnos al rincón de la sensiblería sino de expresarnos auténticamente usando las herramientas literarias.
Ahora pensemos que ocurriría si en lugar de pertenecer a un solo grupo marginal se pertenece a dos o más de ellos. Por ejemplo, ser mujer y negra. Mujer, negra y pobre. Mujer blanca que ha sufrido malos tratos y practica una especie de racismo a la inversa para proteger a un ser querido.
¿Y si un personaje reniega de su condición de mujer y se va por la tangente para disfrutar de los privilegios masculinos, encontrará la felicidad o se agitará toda la vida entre dos aguas?
¡Cuánto  misterio, ¿verdad? Lo admito, la novela contiene alguna sorpresa y no quiero dar muchas pistas; aún así, ha llegado el momento de concretar un poco. Hablábamos antes de los símbolos: el chico y los géneros intercambiables, la pureza de la nieve, el fácil acomodo de los pájaros, pero también la repugnancia que producen las ratas y su insensibilidad en las escenas de la primera parte, las más despiadadas, que servirán de cimiento a lo que sigue. De las tres mujeres, solo hablan dos: Boy y Bird nos cuentan en primera persona su versión de los hechos. La primera muestra los orígenes de esta historia familiar y la cierra con una perspectiva más amplia y una postura esperanzada sin demasiado fundamento. La segunda es la mirada inocente y la que introduce una tonalidad algo ñoña en el texto, quizá porque es niña y al género se suma la edad. Otro clásico del gremio: los personajes femeninos, incluso los creados por escritoras, siguen siendo los más ingenuos y con frecuencia habitan en una realidad paralela, pretendidamente poética y con aparente aspecto de fábula. Supongo que se trata de un acto reflejo: resulta difícil librarse de un tópico que recorre toda nuestra tradición literaria. Además, no es fácil sacar directamente a la luz aspectos que aún siguen siendo tabú para muchos, pero el lastre de los edulcorados héroes de los cuentos (Cenicienta, Blanca Nieves) no es la forma de sacar adelante un producto medianamente digno. Sin olvidar que el recurso permite al escritor ahorrar mucho esfuerzo a costa de perder profundidad.
Muchos logros y algunos errores de una novelista que tiene un largo camino por delante. Tendremos que estar atentos.

BOY, SNOW, BIRD - PUBLICACIÓN; 2014 - (EN ESPAÑA: 2016 - EDITORIAL ACANTILADO - COLECCIÓN: NARRATIVA DEL ACANTILADO, 278) - TRADUCCIÓN: MARÍA BELMONTE - PÁGINAS: 304

Comentarios

  1. "los personajes femeninos, incluso los creados por escritoras, siguen siendo los más ingenuos y con frecuencia habitan en una realidad paralela, pretendidamente poética y con aparente aspecto de fábula." Creo que es un comentario bastante acertado y es una pena. Las escritoras deberían crear su propia forma de representar a los personajes femeninos y no tirar tanto de esta tradición creada por hombres que muchas veces resulta tan inverosímil y exasperante. ¡Muy buena reseña! Me apunto el libro y con tu permiso me doy un paseo por el blog. :)

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  2. Gracias, Lucas, por tu interés en el blog.
    El asunto de la creación femenina no es fácil para las propias creadoras. En primer lugar, tienen que romper barreras para dedicar tiempo a la escritura, lo que se llama crear oficio. Después topan con los prejuicios de los editores, que les piden historias "blanditas", y oponerse no es fácil porque supone quedar relegada de momento y, quizá, para siempre. Con tantos obstáculos, son pocas las que consiguen reunir una obra potente a la altura de sus colegas masculinos. Sin contar que, salvo excepciones, pasamos por una (larga) temporada muy floja. En este universo de mediocridad, creo que no se les puede pedir más, pero aún así alguna promete, como es el caso. No la pienso perder de vista, ni a Oyeyemi ni a otras.

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  3. Ayer encontré al fin el libro y ya estoy enfrascado con su lectura. De momento no está decepcionando. Las conversaciones entre Boy y la familia de Arturo son deliciosas.

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  4. Pues si ahora dices eso espérate al final, jeje.
    Y cuéntanos si quieres, yo estoy intrigadísima.

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    Respuestas
    1. Habrá reseña. Seguramente no sea ni la mitad de buena que esta, pero la habrá. :)

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